miércoles, 28 de agosto de 2013

Mi experiencia durante el Gobierno de la Unidad Popular

Margarita Labarca



1.- Algunos antecedentes.

La reforma agraria en Chile había que hacerla, era indispensable. Había que acabar con el latifundio. Eran enormes fundos improductivos, la agricultura chilena era del siglo XIX  y hasta XVIII, las tierras malas, la mayoría sin riego, en un país en que el riego artificial es indispensable porque en el verano en Chile no llueve ni una gota, sólo cae la lluvia en invierno. 

Los dueños eran “aristócratas”, así se lo creen y lo dicen, unos aristócratas descendientes de las gentes de horca y cuchillo  que fueron las que colonizaron el país. Los predios los tenían abandonados, no les interesaban, sólo los usaban para “veranear”, es decir ir de vacaciones en el verano  con sus familias. Estos aristócratas se dedicaban en Santiago a negocios más productivos, o eran gente empobrecida que no sabía administrar las tierras ni tenía dinero para invertir en  ellas. Básicamente se cultivaba trigo en forma extensiva, la productividad era mínima.

Todo esto se sabe, está súper estudiado en cualquier texto que quieras consultar.

Los campesinos vivían en condiciones subhumanas. Había pocos trabajadores en cada predio, generalmente en situación de “medieros”, es decir el patrón les daba una tierrita en que ellos construían su vivienda y trabajaban a ver qué sacaban. Estaban obligados a  prestarle servicios al dueño en el cultivo de su fundo, sin ningún otro pago. 

Debido a la geografía del país, los ciclos agrícolas van cambiando de fecha de norte a sur. Por lo tanto, había miles de trabajadores agrícolas “afuerinos”, de temporada, es decir, gente  trashumante que se iba desplazando por el  país de norte a sur y de sur a norte, según las necesidades de las siembras, cosechas y otros trabajos.  Estos eran el submundo de la agricultura,  ellos y sus familias sin vivienda, sin derecho alguno,  para qué te lo voy a describir, te lo puedes imaginar y por lo demás  todo esto  está escrito.

Es interesante señalar que los “medieros” o trabajadores permanentes de los fundos, no veían a estos afuerinos como competidores, al contrario, tenían gran solidaridad con ellos, por eso una de las reivindicaciones  de los campesinos en todos los casos que conocí, era que se contratara a esta gente como trabajadores permanentes. 

Pues bien, todo este régimen semifeudal se quebró gracias a la reforma agraria que hizo el gobierno de Allende. Después, en tiempos de la dictadura, no se volvió  atrás totalmente, no se restableció el sistema  feudal. Al contrario, se vendieron la mayoría de las tierras al mejor postor, a muy bajos precios, muchas de ellas a industriales o comerciantes. En consecuencia se modernizó la agricultura, se mecanizó, se hizo competitiva y ahora es productiva, exporta al mundo entero y ocupa muy poca mano de obra. No era esa nuestra intención, naturalmente. Queríamos crear explotaciones colectivas, dirigidas por los propios campesinos, en fin, los proyectos eran muchos y muy buenos.
  

2.- Comienzos del Gobierno de Salvador Allende.

Las Intervenciones. Purina.

Apenas subió el gobierno de la Unidad Popular, yo me fui al Ministerio del Trabajo.  El Ministro era comunista, José Oyarce, y el Subsecretario el compañero Julio Benítez.

Julio, un muy buen hombre, era mi amigo porque habíamos trabajado juntos en el Partido Socialista. El era mi jefe directo y único, porque por un lado estaban los comunistas y por el otro los socialistas, y cada uno aplicaba su propia política.

Yo iba a una tarea muy concreta: intervenir todos los predios agrícolas que pudiera.  Este sistema se consideraba como un complemento de  la reforma agraria que hacía la CORA.  

Pues habíamos descubierto un "resquicio legal" muy útil. En la Ley de Reforma Agraria dictada por Frei,  había un artículo, uno solo  -me he olvidado el número- que disponía más o menos lo siguiente: si en virtud de un conflicto laboral un predio agrícola se paralizaba ilegalmente, si había una huelga ilegal, el gobierno, en aras de mantener la producción  podía nombrar un interventor  para resolver el conflicto a la brevedad posible. El interventor actuaba como mediador, y para esos efectos podía darle algunas instrucciones al propio dueño. Si éste no acataba dichas instrucciones, el  interventor  podía asumir la administración del predio, para poner fin al conflicto laboral. 

Al parecer, este artículo se aplicó muy pocas veces durante el gobierno de Frei, y sólo para  favorecer al dueño del fundo y liquidar el movimiento campesino. Los interventores generalmente eran militares que echaban a andar el fundo sin  contemplaciones y sin considerar en absoluto los intereses de los campesinos.

En la Comisión Agraria del Partido Socialista  habíamos inventado la martingala que se pondría en práctica, usando este resquicio legal. Héctor Behm y yo la inventamos, puesto que  los otros compañeros no eran abogados y no entendían esa parte. La cosa era muy sencilla: se paraba un fundo, se nombraba un interventor nuestro, que tenía que ser funcionario público, preferentemente un técnico de cualquiera de los organismos agrarios, especialmente el INDAP (Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario, dependiente del Ministerio de Agricultura). Este interventor le daba al dueño unas instrucciones  imposibles de cumplir, con lo cual podía asumir rápidamente la administración del fundo y hacer lo que correspondiera.

Curiosamente,  nuestro resquicio legal, la primera vez que lo aplicamos  no fue en un predio agrícola, sino en un complejo agro-industrial: PURINA.  Al día siguiente de llegar al Ministerio del Trabajo (serían los primeros días de noviembre, apenas asumido Allende) me dice Julio Benítez: “Hay que ir a Purina, porque está tomada  la fábrica”. Yo protesté, porque no estaba allí para atender esos asuntos, sino los agrícolas. El insistió, porque no había más gente nuestra que enviar. 

Me fui a Purina harto asustada, porque no sabía con qué me iba a encontrar. Además era una tremenda empresa yanqui, una trasnacional que creo que fabricaba alimentos para animales,  no me acuerdo bien. 

Pues me encontré con un conflicto encendido, los obreros sublevados por un lado, los representantes de los dueños -unos yanquis de verdad- por otro y dos interventores socialistas que no sabían qué hacer, en el medio. 

Me fui a una oficina que me habían reservado, me traje a los interventores  y les dije:  “Ustedes les van a dar a los dueños unas  instrucciones tan descabelladas, que no las van a poder cumplir. Entonces, de inmediato levantan un acta y toman la administración. Después se ponen de acuerdo con los obreros y hacen lo que les parezca, los dueños van a quedar totalmente fuera de combate y no van a poder hacer nada”. 

Yo misma les redacté las instrucciones a máquina improvisando ahí mismo. No me acuerdo del texto, claro, pero eran cosas del siguiente calibre: subir todos los sueldos al doble;  la participación en utilidades subirla al doble; contratar 200 obreros más; donarle al sindicato 4 camionetas. Eran como veinte pedidas, todas absolutamente locas. Pero había que asegurarse que no las pudieran cumplir.  

Cuando los gringos recibieron el petitorio, por poco les da un infarto. Gritaban, me hacían reproches, me reclamaban que esto era ridículo, ilegal, etc., etc. Y ahí sacaba yo a relucir la segunda  parte de mi martingala: “Lo siento. Es verdad que el Ministerio del Trabajo nombra a los interventores, pero jurídicamente -porque la ley lo dice- ellos son independientes, actúan en forma autónoma. Yo no puedo darles instrucciones de cómo actuar”.  

Los gringos, furiosos, salieron corriendo, supongo que a reclamar a su embajada o algo así. 

Los interventores y los obreros dichosos y yo, para qué te digo.

Volví a tomar el autito en que me habían traído, sintiéndome la dueña del mundo. De una plumada les habíamos quitado Purina a los gringos, se la habíamos entregado a los obreros. Fue una de las satisfacciones más grandes de mi vida. Después vendrían las dificultades, los tropiezos, el sabotaje, en fin todo eso. En esos primero días de la Unidad Popular yo me sentía  en el séptimo cielo, sentía que estaba construyendo el  mundo nuevo. Pues siempre he pensado que la política, la que pretende crear sociedades nuevas y mejores, hacer revoluciones para edificar el mundo justo del futuro, tiene mucho que ver con el arte.  Yo en tiempos de la Unidad Popular experimentaba esa sensación de manera muy fuerte y clara: así como un artista, al crear una sinfonía o un cuadro, da nacimiento  a  un universo y experimenta la alegría inefable de la creación,  los que no teníamos ese don,  con nuestras manos estábamos construyendo un mundo nuevo y diferente, lo que nos producía la misma exaltación que la creación artística.

Como te decía, esa sensación que yo tenía de estar realizando una  obra de creación, no era una cosa vaga y difusa, sino muy concreta y perfectamente  hecha conciencia. La obra de arte la veía en esos momentos -los de la Unidad Popular- más  bien como una escultura, como estar dándole forma a la arcilla, o tallando la piedra, para que emergiera una forma nueva.  

Era una extraña sensación, más que de alegría, de exaltación extrema. Me decía "He logrado cambiar este pedazo de mundo, darle a esta arcilla una nueva forma, la forma de esta fábrica Purina que ahora pertenece  a  los trabajadores, yo lo he hecho, he sido capaz de hacerlo, cuántas cosas más vamos a hacer,  vamos a hacer un  mundo con nuestras propias manos, vamos a dar forma al mundo del futuro, un mundo nuestro, hecho por nosotros." 

Esa misma sensación la tuve después cada vez que se intervino un predio y se lo entregamos a los campesinos, y los vi organizarse y tomar las riendas del fundo, sabiendo exactamente lo que tenían que hacer.

3.- Intervenciones de fundos.  

Ya te expliqué antes cómo era el procedimiento: se paraba el fundo, nombrábamos un interventor, éste le daba instrucciones imposibles al dueño y cuando el momio no las cumplía, el  interventor tomaba la administración y, ¡Vamos pa' lante! 

Pero claro, otra cosa es con guitarra. El primer inconveniente es que yo estaba  sola, total y absolutamente sola para hacer este trabajito. El área agrícola del Ministerio del Trabajo era muy pequeña, había muy poca gente, porque ¿quien andaba interviniendo fundos anteriormente? Pues nadie. Pero que fuera un área chica o grande no interesaba para nada, porque la gente que trabajaba ahí eran todos democratacristianos, eran opositores. No se les podía echar por razones legales, pues tenían derecho a la inamovilidad. Los dejábamos congelados, no hacían nada, estaban sentados en sus escritorios observando lo que yo hacía y espantándose o jajajeándose para sus adentros. Me acuerdo que uno solo de ellos me dio alguna vez una mano para orientarme en los manejos administrativos del  trabajo, porque yo no tenía la menor idea. Al estar las plazas ocupadas, no podíamos nombrar a nadie. 

Después de un tiempo me conseguí dos compañeras que me ayudaran, pero tenían que trabajar prácticamente gratis. La verdad es que entre estas dos muchachas no se hacía una, tenían buena voluntad  pero nada más.

El asunto de las intervenciones comenzó a caminar  en forma acelerada, después a correr y después a lanzarse en vuelo libre sin paracaídas. 

Los campesinos pronto agarraron la onda. Llegaban a mi oficina desde los lugares más lejanos, a pedir y después a exigir que se interviniera el fundo tal  y el fundo cual, casi siempre por las mismas razones.  A mí me daba gusto verlos, porque hacía tan poco que se habían comenzado a organizar, tenían tan poca experiencia, y sin embargo eran aguerridos, peleadores, exigentes. Hasta tiempos muy recientes, los campesinos se paraban fuera de la casa y esperaban horas que el patrón se dignara atenderlos. Se sacaban el sombrero y lo sostenían con las dos manos sobre el pecho, siempre tenían la vista baja, decían “Sí, su merced…mande, patrón.” Ahora, en esta etapa de los comienzos de la Unidad Popular,  venían compañeros de la Federación Ranquil –de izquierda-, otros de la democracia cristiana, porque en materia agrícola Frei había establecido la "libertad" sindical, había varias  federaciones y organizaciones diversas. Los campesinos llegaban al principio recelosos, desconfiados. 

También era una experiencia nueva para ellos. Se preguntarían ¿quién es esta mujer, qué se trae, qué sabe ella de cuestiones campesinas, si seguro no distingue el trigo de la alfalfa? (bueno, esto  último era bastante cierto).  Me acuerdo de uno que era dirigente de una organización democratacristiana, que era muy agresivo y por eso me gustaba. Mellado se llamaba, muchas veces me he preguntado qué habrá sido de él. El hombre era joven, bien plantado, lo estoy viendo. Me decía "Señora, HAY que intervenir el fundo XXX  en Talca, porque ya está paralizado".  Yo le contestaba: "Señora no, compañera. Y por favor, explíqueme por qué HAY  que intervenir ese fundo". 

Para no alargarme,  te diré que terminé siendo amiga de todos ellos; se transformaron en mis compañeros del alma, porque eran los únicos en quienes me podía apoyar y ellos sabían que yo era la única que los apoyaba, porque este asunto de las intervenciones agrícolas a nadie le gustaba en el gobierno. 

El procedimiento no era tan fácil como parecía, y cada vez se fue complicando más. Primero me llamaba por teléfono un dirigente campesino -yo ya los conocía a todos- y me  decía que en Valdivia, en el municipio XXX,  los campesinos habían declarado la huelga en el predio XXX, de propiedad del señor fulano. Claro, legalmente no era una huelga, porque para que hubiera una huelga legal en el campo había que cumplir tantos requisitos que era prácticamente imposible. Las razones que me daban para la "huelga", eran generalmente las mismas o muy parecidas: el "momio" había desmantelado el fundo, se había llevado la maquinaria, las herramientas  y los animales para Argentina. Los campesinos se estaban muriendo de hambre; querían la intervención para tratar de echar a andar el predio. Yo les decía "Conforme, allá vamos". ¿Qué otra cosa podía hacer?

La intervención había que  hacerla por decreto. Estos decretos, por tratarse de un asunto de urgencia, tenían la característica especial de que se empezaban a cumplir antes de la toma de razón por la Contraloría. Pero en el decreto había que nombrar al interventor, naturalmente. Ese fue uno de mis principales problemas, dónde conseguir interventores de confianza, cómo convencerlos, cómo apoyarlos y ayudarlos.  Acuérdate que yo estaba sola.

Hacía el decreto, Julio Benítez se lo llevaba al Ministro del Trabajo para que lo firmara, el hombre lo hacía con cara de pocos amigos, como diciendo, "Este lío es de ustedes, los socialistas, yo firmo, pero no respondo de nada".  

Y después Julio o a veces yo misma, tenía que llevarle el decreto a Allende para que lo firmara, porque Julio Benítez también le sacaba el cuerpo. El presidente me recibía  y sólo me preguntaba ¿Esto está bien fundado, está justificado? ¿Sabes lo que estás haciendo? Yo tragaba saliva y le decía simplemente "Si, Presidente".  Y él firmaba. Siempre firmó, nunca dejó de hacerlo, aunque fueron cientos los decretos que le llevamos entre Julio y yo y que el asunto se ponía cada vez más complicado, definitivamente color de hormiga. 

A antes de seguir relatándote los hechos, te quiero hacer algunas consideraciones más generales:

Fuimos más allá de lo previsto, es cierto; pero  no fue aquello lo que provocó el golpe. Creo que hiciéramos lo que hiciéramos, el desenlace iba a ser el mismo, a no ser que el gobierno se vendiera totalmente a la derecha y a los yanquis -antes se decía al imperialismo-  lo que no era concebible. 

Todo esto fue un poco como una tragedia griega. Veíamos venir el final pero no podíamos evitarlo, porque el libreto estaba escrito hacía mucho tiempo y nosotros no hacíamos más que seguirlo.

Yo estaba sola. No tenía colaboradores que me ayudaran, no tenía apoyo ni orientación del Partido, porque eran inaccesibles y nunca sabían nada. Hacía lo que me parecía bien. 

Al principio se intervenían predios de 500, 300, 100 hectáreas. Los campesinos se los tomaban y exigían que se intervinieran. Después los fundos eran de 60, 50 hectáreas.  Y yo los intervenía.  Te voy a decir por qué: porque con cada fundo intervenido nos echábamos unos pocos  enemigos en contra -el dueño y su familia- pero adquiríamos  el apoyo incondicional, hasta la muerte, de 50, 100, 200 campesinos.  Ese  simple  cálculo aritmético era lo que me movía; entonces creía que tenía razón y todavía lo creo.  Los dueños de fundo -ya ni siquiera latifundistas  sino medianos propietarios, pero  era lo mismo- saboteaban todo, se llevaban los animales y las herramientas a Argentina, no producían. Querían joder a la Unidad Popular y lo lograron. 

Pero  ganarse el apoyo de miles de campesinos me parece que no  era una mala idea. A lo mejor me equivoqué, pero alguien tendría que convencerme de ello. 

Además los campesinos se estaban muriendo de hambre, necesitaban hacer producir el fundo como fuera para proveer a su subsistencia, era para ellos un asunto de vida o muerte. Y trabajaban, sin herramientas, sin nada, prácticamente con las uñas. 

Pero una cosa te digo, eso sí: siempre atendí cuidadosamente y  respetuosamente a todos los  dueños de fundo que iban a mi oficina a reclamar. Les trataba de explicar lo que era la política del gobierno en materia de reforma agraria, etc. etc. y  destinaba horas a hablar con ellos. En suma, les decía: "No es nada personal, sólo es política". 

Si vieras las presiones que tenía encima, era terrible: las mujeres de los latifundistas me venían a llorar miserias, que su marido tenía cáncer, que la casa del fundo era el lugar en que ellos vivían y ahora los habían desalojado de ella, que lo habían perdido todo. Yo no era insensible a esas lamentaciones, pero no cambiaban en nada mi camino. Los abogados momios venían a reclamar, vociferaban, me amenazaban. Una cosa debo reconocer, que entonces me parecía normal pero que  ahora que he vivido en México ya no me lo parece tanto: nunca me ofrecieron dinero, nunca trataron de comprarme. Porque así como yo intervenía un fundo, podía "desintervenirlo" cuando se me ocurriera. Nadie me controlaba, pero tampoco nadie me ayudaba ni me orientaba. 

Un par de veces traté de llamar al Partido, a la Comisión agraria para pedir una orientación, pero no lo volví a hacer porque era inútil, ni siquiera contestaban al teléfono.

Toda la responsabilidad era mía, exclusivamente mía. 

El asunto se me fue complicando y complicando en la Contraloría.  La que atendía estos asuntos allí  era aquella mujer que después fue ministra de justicia de Pinochet:  Mónica Madariaga, imagínate. Al principio yo le ponía a los decretos: "Está paralizado el predio tal y cual, etc".  Después ella me dijo: “Oye, pero no basta eso, tiene que haber una certificación del Inspector del Trabajo”.  ¡Anda a conseguir que un inspector del trabajo de Valdivia fuera a ver un fundo que estaba en los quintos infiernos¡ Bueno, los  campesinos lo buscaban y lo llevaban. Entonces el decreto decía: "Conforme a la certificación del inspector del trabajo don fulano, de fecha tal, el predio XXX  se encuentra paralizado, etc."  Después la Madariaga me iba poniendo más y más exigencias: no basta citar lo que dice el inspector, se necesita un papel. Yo le acompañaba un telegrama. Después: “Oye, no basta con un telegrama, tiene que ser un oficio.” Y cada día nuevos y diferentes requisitos me exigía la Contraloría, concretamente la  Mónica Madariaga,  que gozaba con esto.

Ya a esta altura no eran simples sugerencias de la Contraloría. Me comenzaron a rechazar los decretos, es decir no tomaban razón, los devolvían. ¿Te das cuenta el enredo que se me armaba con esto?  Porque era un decreto que ya se había empezado a cumplir antes de la toma de razón, por lo cual el interventor había asumido  la administración, había pedido plata al Banco, había vendido  en verde las futuras cosechas, etc., etc.  No había vuelta atrás, por lo cual no quedaba más remedio que hacer un decreto de insistencia, que lo tenía que firmar Allende y todos los ministros.  Y yo hacía el decreto y Julio Benítez se lo llevaba al Presidente, quien lo firmaba y hacía que lo firmaran todos los ministros.

Las condiciones de tensión nerviosa en que yo trabajaba eran de espanto. Por un lado los campesinos, que por muy amigos que eran, a veces metían la pata, hasta me llegaron a tomar la oficina para exigir la intervención de un predio minúsculo; por otro lado los momios y sus abogados, por otro la Contraloría, por otro los interventores, que requerían apoyo, había que gestionarles los créditos en los bancos, conseguirles abogados que los defendieran de las demandas de los dueños, y suma y sigue.

Nunca me sentaba. Trabajaba parada, tanta era la tensión nerviosa, tanto el trabajo y las preocupaciones. Tenía dos teléfonos que sonaban ininterrumpidamente, ni una secretaria, nada, yo misma tenía que escribir todo, que hacer todo. Cuando me acuerdo, no me explico cómo pude hacerlo. 

Pero yo era  incombustible. Porque estaba segura de lo que había que hacer y lo hacía. No tenía ninguna duda teórica, política ni moral. Creo que fue eso lo que me salvó del derrumbe.  Ahora, después de tantos años, cuando lo vuelvo a pensar, me pregunto: ¿Hice bien, me equivoqué? ¿Fui una loca, una irresponsable, contribuí en lo que me tocaba, a la caída del gobierno de la U.P.? 

Y me contesto: Hice  bien, hice lo que había que hacer. 

4. Las intervenciones de predios. Último.

Sigo con mi cuento, ya con la garganta un poco apretada, porque se acerca la parte mala.

Bueno, en total creo  que se intervinieron unos 600 fundos en todo el país, de diferentes tamaños, formas y colores. 

Hasta aprendí geografía, porque había que saber dónde estaban los distintos lugares, municipios  y provincias  en que se encontraban estos predios. 

Ya casi al final, le metieron una acusación constitucional al ministro, José Oyarce, por las intervenciones agrícolas. Yo tenía que dar toda la información, todos los antecedentes y todos los argumentos para contestar esa acusación. Pero ahí si que no estuve sola, ¡qué va!  Varios abogados comunistas se dejaron caer en mi oficina, furibundos.  Me acuerdo que en una sala había una mesa larguísima,  los 500 o más expedientes abiertos, y los compañeros comunistas examinándolos.  Mi amiga  (…),  gritaba ¡Estás loca, loca. Cómo has podido hacer estas barbaridades, irresponsable, loca de atar!  

Tuve que aguantarme la arremetida de todos estos compañeros, que sólo les faltó acusarme de agente del enemigo, aunque algunos posiblemente lo pensaron. Abogados socialistas, ninguno, para qué, total el ministro era comunista. Sí, pero se les olvidaba un detallito: detrás de la acusación contra Oyarce venía la acusación contra el Presidente.

Sintetizo: la acusación la ganamos. Ahí quedó todo.

Sigo. Uno de mis principales problemas eran los interventores. Había que conseguir un funcionario público, preferentemente ligado a las instituciones agrarias del gobierno: INDAP, CORA, SAG.  Tenía que se un tipo de toda confianza,  que entendiera aunque fuera un poco de agricultura  y, sobre  todo, que estuviera  dispuesto a aceptar la tarea y apechugar.

Muchas veces los propios campesinos conocían a un funcionario de la zona y me lo sugerían. Generalmente eran técnicos agrícolas, muchachos jóvenes que habían visitado el fundo en razón de su trabajo, en quienes los campesinos confiaban, y que estaban dispuestos. Otras veces yo misma los buscaba, revisando las listas de los funcionarios de la zona, preguntando, en lo posible, a la organización del Partido local, en fin, como fuera había que conseguir a estos interventores. 

Al principio ellos venían a Santiago para que yo los instruyera y les explicara cómo era la cosa. Les decía: "Mira, no tienes que preocuparte de nada. Los campesinos lo saben todo. Ellos conocen el predio y saben muy bien lo que hay que hacer. Tú ponte de acuerdo con ellos, que constituyan un comité de administración que lo haga todo, y tú nada más firmas."  Claro que esto no era tan cierto, pero así los iba convenciendo.  Les seguía diciendo: "Tienes que tomar la administración del fundo, porque si no, la intervención no sirve para nada. Para eso le tienes que dar al dueño unas instrucciones que no quiera o no pueda cumplir. Mira, aquí te las tengo redactadas, no vayas a decir que yo te las hice,  porque entonces nos vamos todos al carajo".  

Pues ya a los dos o tres meses no tuve que volver a hacer esto. Entre las  organizaciones campesinas y los interventores se había corrido la voz. Ellos mismos redactaban sus "instrucciones", agregándoles un lenguaje leguleyo, porque seguramente pensaban que el mío no estaba suficientemente bien: "siendo  tal hora, en tal lugar, XXX  el señor  interventor...  viene a darle a usted... las siguientes instrucciones ineludibles, insoslayables y obligatorias..."  Era para morirse de la risa. 

Pero  además, tendrías que haber visto las "instrucciones". Eran tan, pero tan descabelladas, que hasta a mí se me ponían los pelos de punta, con eso te digo todo.  Cuando llegaban los abogados de los momios a mi oficina, a reclamar enfurecidos, y me mostraban las "instrucciones" del interventor, yo tenía que hacer muchos esfuerzos para no soltar la carcajada.  

Había algunos interventores que administraban varios fundos. Pero en total, deben haber sido cerca de 400  interventores, entre ellos algunas muchachas. 

Pero no sólo era buscarlos, convencerlos. También había que conseguirles plata en los bancos, porque el fundo estaba en la ruina. Yo hacía lo que podía, que era bastante poco, la verdad.

Muchas veces tenían juicios que les metían los momios, entonces había que buscarles abogados. Sólo un par de compañeros del INDAP y no más,  me ayudaban en esto.

Lo que viene ahora es lo último, y te lo voy a decir muy rápido, porque no puedo de otra manera:

Después del golpe, a casi todos estos interventores los mataron. Me siento en gran parte culpable y sus fantasmas nunca me abandonan. No he podido averiguar nada por más que lo he intentado, no me acuerdo de sus nombres, eran nombres corrientes, desde aquí no se puede averiguar nada, habría que instalarse durante meses en Chile, recorrer las zonas, preguntar…  

Puedo entender la masacre de campesinos. Ellos estaban en esa lucha de clases y seguramente sabían que podían perder la vida. Ellos eran gente consciente, estaban dispuestos a jugársela. Pero los interventores, los interventores...  No eran campesinos, eran funcionarios, yo los metí en el baile. Me acuerdo sobre todo de una muchacha, se me ha olvidado el nombre, pero recuerdo perfectamente su rostro, era tan joven... Me digo: ¿cómo pude pensar que no les iba a suceder  nada?

Debí prever, debí prever lo que iba a pasar, a mí no me ocurrió nada porque estaba en Santiago y me pude asilar, pero a ellos...  Debí preverlo, debí advertirles, quizás algunos se hubieran podido salvar.

Eran tan jóvenes, o al menos tan ingenuos, yo tenía 32 años, me sentía como su mamá.

No sé si ellos sabían bien en lo que se estaban metiendo. Yo creía saberlo todo, estaba dispuesta a jugármela, ¿pero con qué derecho sacrificar a esos chicos?  Ellos confiaban mucho en mí, me preguntaban todo. Yo lo único que pensaba era en echarle p'alante, no medía las consecuencias. 

He pensado que averiguar la suerte exacta que corrió cada uno de estos muchachos no serviría de nada si uno no está dispuesto a tomar venganza. ¿Pero cómo? No sé cómo hacerlo, no sé siquiera si me atrevería…



jueves, 22 de agosto de 2013

Escucha Chile… Al personal de las Fuerzas Armadas y Carabineros

Jaime Suárez Bastidas
Moscú 1975

Queremos hacerle algunas preguntas concretas.

Son cuestiones sobre las que Uds. mismos reflexionan con frecuencia. Es cierto que para Uds. no es fácil conversar de esto. Aunque ya no existe ninguna confianza en los compañeros de armas, no pueden evitar interrogarse asimismo. Porque a pesar de tantas declaraciones oficiales y arengas, Uds. necesariamente, cuestionan asuntos muy precisos. Cada día las dudas son mayores y más intensas.

Las preguntas que los miembros de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, obligadamente deben hacerse, son las siguientes:

¿Tiene o no efectos desastrosos para la Seguridad Nacional y al Defensa Nacional la política internacional de la Junta Militar?

¿Cuáles han sido las consecuencias reales de la guerra interior decretada por la Junta Militar? Si se sienten vencedores de esa guerra, como chilenos, como soldados, ¿Qué les ha aportado tan “gloriosa victoria”? ¿De qué Seguridad y Defensa Nacional se puede hablar cuando objetivamente, se ha creado un abismo entre el pueblo y los institutos armados? ¿Qué efecto moral tiene en los mandos y en las tropas el desprestigio nacional e internacional que ha ocasionado el régimen de Pinochet a las Fuerzas Armadas?

¿Cuándo las bases económicas de un país son destruidas se atenta o no a la seguridad nacional? ¿Cuándo se entregan a empresas extranjeras los recursos naturales y el Estado cede a un reducido grupo de empresarios todas las posibilidades de explotación, se socavan o no los objetivos de seguridad nacional? ¿Hasta que punto la catástrofe económica ha desquiciado la defensa nacional?

Desde el punto de visto estructural de las fuerzas armadas y carabineros ¿Es o no efectivo que los altos mandos manipulan el espíritu chovinista y el miedo para imponer una obediencia interna incondicional? ¿No es hoy la disciplina una práctica mecánica fundamentada en el terror? ¿Es o no es efectivo que la calidad de miembro de la DINA  es secreta dentro de cada unidad? ¿Es o no es verdad que las investigaciones de la DINA se extienden a los familiares y amistades de cada miembro de las fuerzas armadas y carabineros? ¿Es o no real que para los ascensos de los oficiales priman los informes confidenciales de los servicios de inteligencia? ¿Influyen o no en esas calificaciones las intrigas y los intereses ante el mercado ocupacional que ofrece la burocracia militar montada por Pinochet?

¿Qué participación que no sea obedecer ordenes o actuar como burócrata tienen los miembros de las fuerzas armadas destacados en la burocracia militar pinochetista? ¿Acaso los criterios políticos y económicos no son los impuestos por un reducido grupo de consejeros civiles que actúan en los altos mandos? ¿Están o no siendo usados por un núcleo corrompido y antipatriota que dirige las fuerzas armadas en complicidad con esos civiles?

¿Qué participación efectiva tienen los cuadros permanentes en todo lo que esta ocurriendo que no sea cumplir tareas represivas? ¿El aumento de ingresos económicos para los suboficiales puede resolverles el problema moral de ser sustentadores de un régimen ilegítimo, antipatriota: responsable del hambre y la cesantía de los demás chilenos?

¿Es lícito permanecer impasibles ante la injusta presión del Comandante Galaz, del Capitán Vergara, de todos los oficiales cuadros permanentes que fueron leales a su juramento ante la bandera?

¿Se puede admitir por una falsa concepción de lealtad al jefe inmediato, permanecer en silencio e inactiva ante el desquiciamiento total de la institución?

Ud. debe dar respuesta a estas preguntas. Ud. debe empezar por desligarse ahora, hoy, de la suerte que fatalmente correrán los uniformados. Es contra los fascistas usen uniforme o vistan de civil. No es una lucha de iniciativa privada o de acciones personales, por el contrario, la lucha antifascista une a todas las fuerzas patrióticas que actúen por derrocar a la dictadura. Y Ud. si puede y debe trabajar por una Patria Libre.





Santiago de Chile, 21 de Octubre 1976. IPS, el siguiente es el texto del decreto firmado por el jefe de estado sobre la privación de la nacionalidad chilena a Jaime Suárez Bastidas.

El ex Ministro Secretario General de Gobierno durante el depuesto régimen de Unidad Popular, y ex Parlamentario Socialista, Jaime Suárez Bastidas, fue privado de la nacionalidad chilena acusado de promover desde el exterior “el aislamiento de Chile de los demás países del mundo” y haber hecho un “abierto llamado a miembros del Cuerpo de Carabineros a oponerse a sus mandos”.

Un decreto firmado por el Jefe de Estado, General Augusto Pinochet, señala que Suárez incurrió “en causal contemplada en el artículo 6, número 4 de la Constitución política del Estado” y fue puesto en vigencia mediante su publicación en el Diario Oficial del 20 del presente.

Los considerandos del Decreto Supremo expresa que “El Gobierno ha tomado conocimiento que el ex Ministro Secretario General de Gobierno, durante la administración anterior, Jaime Suárez Bastidas ha promovido desde el extranjero una activa campaña publicitaria destinada a provocar el aislamiento de Chile de los demás países del mundo, recurriendo para ello a calumniosas imputaciones a las máximas autoridades de gobierno y al Cuerpo de Carabineros de Chile, que con ocasión del último aniversario del Cuerpo de Carabineros de Chile, los esfuerzos anti chilenos de este individuo fueron dirigidos al personal de dicha fuerza de orden, llamando abiertamente a sus miembros a oponerse a sus mandos, hecho que, en conjunto con los anteriores, constituye un grave atentado contra los intereses esenciales del Estado.

“Que, esta antipatriótica conducta, ejecutada a través de los medios de comunicación oficiales de una potencia extranjera hostil a Chile, se encuentra moralmente sancionada por la Constitución Política del Estado, con la pérdida de la nacionalidad chilena cuando se dan, además, los otros presupuestos que al respecto contempla el artículo 6 número 4, de la Constitución Política del Estado,

“Que, comprobados como están los hechos anteriores, es dable concluir que no existe ya vínculo alguno que una a Jaime Suárez Bastidas con su patria, y con el Estado chileno en especial y,

“Vistos: la existencia de pruebas que demuestran fehacientemente que el antedicho individuo ha atentado gravemente desde el extranjero en contra de los intereses esenciales del Estado y del pueblo chileno en general; el informe escrito del Ministerio de Relaciones Exteriores; que el país se encuentra desde el 11 de septiembre de 1973 y hasta la fecha, en una de las situaciones de excepción previstas en el artículo 72 número 17 de la Constitución Política del Estado, y visto además lo dispuesto en el artículo 6 número 4, de la citada carta fundamental, y en los Decretos Leyes números 175 de 1973 y 1.301 y 1.369 de 1976, y la facultad que me confiere el número 1 del artículo 10 del decreto Ley número 527 de 1974.

"Decreto: privese de la nacionalidad a Jaime Suárez Bastidas, por haber incurrido en la causal contemplada en el artículo 6, número 4 de la Constitución Política del Estado" 





Sus preguntas eran, son y serán vigentes hasta que no se rompa el pacto de silencio que nos lleve a conocer la verdad y se haga justicia. 

Jaime Suárez Bastidas fallece el 28 de octubre de 1993 recuperaría la nacionalidad por Decreto post mortem.

martes, 20 de agosto de 2013

Una Chilena en Moscú….Alejandra Cifuentes Díaz


Elías Cabrera
2008

Antes y también hoy día, para referirse a los chilenos que viven fuera del territorio nacional se utilizan diferentes expresiones,  los de afuera o el exilio chileno para pasar a ser Comunidades de Chilenos en Exterior, expresión ésta que suena más bonito y creo se acerca más a nuestra realidad actual.

 De todas las situaciones vividas por los chilenos -del exterior- en los últimos 35 años, creo hay una de la cual nunca fuimos capaces ni de proyectar ni menos clarificar su identidad, me refiero a  cómo y de que manera insertábamos a nuestra juventud a nuestras nuevas realidades. De vez en cuando aparece una o un joven en alguna parte del mundo que se destaca o sobresale del resto ya sea en el plano cultural, social, político, comunitario, académico, deportivo, etc.

 Hoy voy a presentarles y contarles en forma muy somera de una de éstas excepciones a la regla,  la historia de una brillante y excepcional joven chilena, quién ha sobresalido en el plano cultural como interprete y profesora de piano.

Su nombre: ALEJANDRA CIFUENTES DIAZ, hija de padres chilenos quién nació en Montreal Canadá en 1981, o sea, hoy solo tiene 27 años.

La educación musical de ésta joven empezó a los 7 años con profesores de piano particulares. Ya a los 15 años y bajo una estricta disciplina impuesta por la religiosa, madre Aline Martin, Alejandra se siente motivada y decide trabajar seriamente la música participando en varios concursos y recitales estudiantiles en Montreal.

Una vez ingresada a la Educación post-secundaria (C.E.G.E.P. en el Quebec), Alejandra adquiere una experiencia en el área de acompañamiento de cantantes clásicos, (arias de ópera). Después de 2 años de estudios, gana la beca Lucille Brassard otorgada a la mejor nota en piano durante el año académico.

En septiembre del 2000, inicia sus estudios universitarios en la Universidad de Montreal, culminando sus 3 años de estudios bajo la dirección del maestro Dang Thai Son y su asistente Patrice Lare, ese año está marcado por sus inicios como profesora de piano en la Escuela de Música Vincent-d’Indy en Montreal.

Posteriormente recibió clases maestras impartidas por el pianista chileno Roberto Bravo en Mallorca, España. En la provincia de Quebec, Canadá participó en numerosos concursos regionales y provinciales obteniendo varios galardones. En el año 2001 participó en su primer concurso internacional de piano en Marsala, Italia y en el 2003 fue invitada a dar un recital en la ciudad de Edmonton en Canadá
 
Breve reseña profesional

Durante los años 2005 y 2006, participó en varios concursos a nivel nacional (Premio de Europa de Montreal, Festival du Bas-Richelieu de Sorel-Tracy, Concurso de Musique de Canadá, Festival de Música Clásica de Montreal, Festival de la Asociación de Profesores de Música de Quebec) y a nivel internacional (International Pacific Piano Competition en Vancouver, Bradshaw and Buono International Piano Competition en Estados Unidos, Concurso Internacional de Piano de Compositores Españoles en Madrid).

Durante la temporada del 2006-2007 dio más de 20 conciertos como solista en varios lugares de la región de Montreal y Ottawa.

Su programa de Pre-Doctorado incluye cursos de ruso con la profesora Natalia Serafimovna, taller de acompañamiento con la profesora Tatiana Afanasievskaya y cursos de piano con el profesor Yuri Slesarev.

Desde Septiembre 2007 está estudiando en el Conservatorio Tchaikovski de Moscú en Rusia y dio un concierto junto con un joven violinista del Conservatorio   durante el mes de Octubre y otro a fines de Noviembre (Biblioteca-Museo de Moscú) y también  como solista el 15 de Noviembre.

El 29 de febrero y el 3 de marzo del 2008, volverá a presentarse junto al violinista  en la Biblioteca-Museo de Moscú y en Maly Zal del Conservatorio.

Recientemente ha sido invitada por el Embajador de Chile en Argelia, Señor Pablo Romero, en conjunto Radio Argelia, para presentarse en 2 conciertos en ese país a fines de Mayo 2008. Uno como solista y otro con la orquesta de Radio Argelia. Durante su estadía dará Clases Maestras a jóvenes músicos de Argelia.
  
Palabras finales:
Este ejemplo y  trabajo de ésta digna representante de una generación posterior a la nuestra y sin raíces claras de lo que somos realmente (de aquí?),  (de allá ?) debe llenarnos de orgullo y darle a ella y quizás también a muchos otros  jóvenes repartidos por el mundo, todo el apoyo y reconocimiento que se merecen tanto en el plano  personal como así mismo de parte de nuestras autoridades chilenas.

Nota editora: Los invito a conocerla http://www.alejandracifuentesdiaz.com/

miércoles, 14 de agosto de 2013

De un testimonio de Carmen Silva

Carmen Silva 
1973
Martes

El martes, a las 2:30, recibimos la noticia del allanamiento a la industria Luchetti, ya que supuestamente existía una denuncia sobre armas y rehenes. Efectivamente, al rato llegaron dos buses de militares, pero no entraron. Permanecieron afuera, pues venían a vigilar la salida de todos aquellos que quisieran hacerlo antes del toque de queda." Sin embargo, de paso, preguntaron por el nombre del interventor, de los dirigentes sindicales, etc.

Aprovechando la salida de varios empleados que andaban en vehículos, a un grupo se nos dio la orden de trasladarnos a una industria cercana, más pequeña, Tisol.
….
Durante todo el día martes escuchamos un intenso tiroteo. Un compañero que vivía frente a la escuela de telecomunicaciones, nos informó que ahí dentro había una batalla campal y que sacaban los cadáveres en camiones. Tuvimos la misma información del sector Macul.
….
Ahora, cuando podemos ver con más claridad y mayor información, la tarde del martes y la del miércoles fueron de absoluto desconcierto. Se organizaron guardias para la noche; dos atendíamos el teléfono, unos treinta dormían en una oficina pequeña al lado y, en otra, otros treinta. En esos días estuvo con nosotros, permanentemente, un estudiante venezolano.

Miércoles

Las informaciones de la mañana eran alarmantes; fusilamientos en Comandari, Sumar, el Partido Socialista usado como paredón e incendiado. Los bandos militares llamaban a entregarse a extranjeros, dirigentes políticos y personeros de gobierno. (Debe recordarse que desde el martes a las 15:00 regía el toque de queda: nadie podía moverse de donde estaba ...). Nuestros informantes iban cayendo, sus teléfonos ya no respondían, estábamos prácticamente aislados.

Mientras esperábamos, sentíamos las ráfagas de ametralladoras muy cerca, a unos cien metros. Al mirar hacia la calle, vimos a un hombre joven con una sábana blanca en una mano, arrastrando a una mujer que sangraba profusamente, detrás de ellos corrían llorando despavoridos un par de niños de dos o tres años.
….
Desde este momento en adelante el testimonio puede resultar confuso y la secuencia inexacta, pues todo se precipitó vertiginosamente.

Venían unas sesenta personas, entre pobladores, mujeres y niños, gritando por la calle; eran de una población. Abrimos las puertas y les dimos refugio. Simultáneamente el ruido de las balas aumentó: era una verdadera guerra. Calculamos que ésto sucedía más e menos a una  cuadra, en la industria desde donde yo había salido el día anterior. En medio de la agitación llamamos para informarnos.

 "Están aquí, al frente. Son boinas negras y carabineros en tanquetas, deben ser unos quinientos. No se entiende lo que está pasando, pareciera que están peleando entre ellos, pero puede ser una trampa. Tienen armas pesadas; bazookas, morteros.'' Nos cortaron la comunicación.
….
El tiroteo aumentaba, aparecieron helicópteros, Hawker Hunters, ametrallando en descensos rasantes. Luego, un largo y enervante silencio, sólo quebrado por ráfagas secas. Después de ésta tregua momentánea, se inició exactamente lo mismo en otra industria cercana. La primera del sector ya estaba en silencio; veíamos sus torres destrozadas, inútilmente, porque ahí no habían armas y, menos aún, para enfrentar "Hawker Hunters” helicópteros, batallones de fuerzas especiales etc. Los oíamos acercarse. En la segunda industria fue más breve, pero el mismo rito: insultos, golpes, ruidos. No recuerdo bien el tiempo; ya no se medía en los términos usuales, segundos, minutos, horas.

Recuerdo cuando llegaron a nuestra calle, a la industria del frente. Yo continuaba en la oficina, de pronto escuchamos una enorme explosión; se quebraron los vidrios. Un morterazo hizo volar una torre. Los bombarderos comenzaron a sobrevolarnos. El techo de la fábrica era de vidrio, me di cuenta que los remolinos de polvo eran balas. Estábamos tendidos contra una pared de ladrillos que separaba la planta de las oficinas.

Todos estábamos extraordinariamente tranquilos y silenciosos, …

Como despertándonos de un sueño forzado, les escuchamos entrar al casino. La pesadilla se hizo realidad, las brutalidades sin límites, sobrepasando toda imaginación. ‑“ Asesinos, huevones, perros, delincuentes, rotos de mierda, así es que se creían con derecho a tomarse las industrias, los terrenos ... ¡se les acabó el recreo!” En medio de estos gritos, llantos de niños y mujeres, de golpes de todo tipo, se abrió la pequeña puerta y entraron.

Yo iba tranquila, como anestesiada. La verdad es que algún mecanismo interno de esquizofrenia latente le permite a uno desdoblarse. No estoy aquí, ésto no está pasando, paciencia ya despertaremos. Y fuimos saliendo.

Unos pasos más adelante iba el joven estudiante venezolano. Al salir, vi a los pobladores formando parte del terreno, les golpeaban como a sacos, los hacían revolcarse; la sangre se confundía con la tierra. Las mujeres no sollozaban, ni gritaban, lloraban en silencio.  Eran sus hijos, sus maridos. Me acuerdo de una mujer que fue extraordinariamente valiente al gritar: "No, delante de los niños, no."

Mirando hacia la derecha, un boina negra, orgulloso, exhibía su trofeo: el joven estudiante venezolano, cogido del pelo y con sus manos en la nuca. (Por jóvenes como ése, estamos esforzándonos en forjarnos de hierro.)

Nos sacaron trotando a la calle. Llovían los insultos, golpes y culatazos. Estaban excitados, daban la impresión de drogados, borrachos de violencia y miedo.
….
En uno de los recorridos de la fila arengándonos, un soldado nos hizo poner de pie a mí y a otra mujer junto a la reja. Fue una situación extraña, una suerte de consideración machista. Paradojalmente, al escapar de los golpes y culatazos, el castigo fue mayor, pues presenciamos con detalle las torturas.
…..
A la entrada, en la caseta, estaban el portero, el interventor y el estudiante venezolano. Les pegaban sin cesar.
…..
No creo que pueda describir la brutalidad, los golpes hacían que perdieran el equilibrio, y se les golpeaba más duro en el suelo. Recuerdo a un compañero que al sentir un alarido, levantó la cabeza del suelo, un militar se la aplastó con su bototo, su rostro quedó convertido en una masa sanguinolenta.

Arriba del edificio había un lienzo que decía: "Esta industria está en manos de los  trabajadores: un año en el área social". Trajeron a dos jóvenes, muy pobres y flacos .y señalando un listón de madera, largo, no más  ancho que una mano, les ordenaron:  "¡Ya mierdas, tienen tres minutos para poner el listón contra la pared, subirse y sacar ese trapo asqueroso!''
…..
No entendí cómo se equilibraban. El de más abajo se sujetaba con los pies descalzos, enrollados en el palo, la espalda curvada por el esfuerzo, los brazos como alambre tenso sujetando al compañero. Este, como un pájaro, agarró con las dos manos el lienzo enorme, lo desprendió de un tir6n, perdió el equilibrio y cayó azotándose contra el cemento, como bolsa de agua. Quedó inmóvil, verde, un hilo de sangre saliendo por las comisuras, y borbotones por la nariz.

El militar lo pateó. ‑ "Llévense a este perro mugriento". Se produjo un silencio, que minutos más tarde lo interrumpió una voz vibrante: "Compañeras, Cristo murió en la cruz por defender a los pobres como nosotros, recemos para que no sigan maltratando a nuestros compañeros, por la vida de nuestros compañeros!" "Padre nuestro que estás en los cielos...", entre gritos y llantos se escuchaba la plegaria, como trasfondo invisible del infierno de afuera, ya escalofriante.

Adentro en la industria todo era destrozo. El oficial a cargo, boina negra, alto y rubio, puso atención en mí.
‑"Tus documentos" …Me empezó a interrogar, sin tocarme.  Le dije que era asistente social de ese sector. En ese momento me salvó el haber nacido en la burguesía y el saber emplear un tono insolente y de barrio alto. En realidad, protesté en voz alta, escandalizada por todo lo que estaba sucediendo, buscando el modo de alentar a los compañeros. Me di cuenta que ese tono y forma de proceder lo desconcertaba, porque yo lo tuteaba, le desobedecía cuando me hacía poner las manos detrás de la cabeza y alegando que estaba cansada, metía las manos en los bolsillos. Fue una vergonzosa cuestión de clase, lo que le impidió maltratarme, pues transpiraba y palidecía de deseos de hacerlo.

Trajeron al estudiante venezolano, siempre en silencio y manteniendo una sonrisa dulce e irónica. Venía sangrando con las manos amarradas en la espalda, semidesnudo, casi inconsciente. Lo traían arrastrando de los cabellos. Nuevamente lo levantaron como un trofeo.

"Este venezolano dice que todos ustedes le conocen, a ver, vamos a interrogarlos uno por uno ¿quién conoce a éste extranjero asesino?''

Fue la humillación definitiva.

Un boina negra, ya sea de un culatazo o de una patada, levantaba las cabezas de los compañeros. Todos negaban, creo que fue el único momento en que me corrieron las lágrimas.

El rubio me preguntó si lo conocía. Le contesté que sabía que era un becado venezolano y le pregunté si le habían encontrado armas que lo torturaban en esa forma. Me contestó que "ese perro había dado muerte a un carabinero". Le aseguré que no se había movido de nuestro lado. Otro boina negra me mostró una mano herida y me dijo que se la había hecho un joven igual al venezolano con un cuchillo amarrado a un palo.

Un boina sacó un alambre eléctrico forrado, de una bolsa de cuero que llevaba en la cintura, y empezó lentamente a pelarle las dos puntas y a hacer una especie de enrollado en ellas.

El rubio me preguntaba ‑" ¿Así es que no le gusta lo que está viendo?''

Se llevaron al muchacho a la oficina. Por el ventanal pude ver cuando le bajaron los pantalones y aplicaron electricidad en los testículos. Le hacían recuperar el conocimiento tirándole agua.
….
Pasó un boina negra y me dijo: "Cuando te dé la orden, sígueme" Levanté los hombros indiferente. Miré hacia abajo sorprendida; había dos pozos de agua, uno a cada lado de mi cuerpo: era el sudor que corría por las manos al suelo.

Volvió a pasar: "Tenme confianza".

Mucho rato después, me puso la metralleta en la espalda y me gritó: "corriendo, las manos detrás de la nuca, se acabó la huevada''

Mi enemigo, el boina alto y rubio, a pesar de estar ocupado en todo tipo de violencias y provocaciones, se dio vuelta a preguntar: "¿Dónde la llevas ?"

"Donde las mujeres''

El amigo inesperado me dijo: "Corre, no contestes más, entiende de una vez lo que quiere". Y nos fuimos al casino donde estaban las mujeres.

En el casino, el boina negra nos informó que nos llevarían a la avenida Vicuña Mackenna, donde ya habían unas cinco mil personas, y que nos dividirían en grupos, los interventores y dirigentes sindicales, al regimiento Tacna; los sospechosos de activismo político, al estadio Chile, y el resto, al estadio Nacional. Los extranjeros ...

Estaba oscuro. Un soldado que entró a tomar agua nos dijo que afuera estaban formando a todos en filas de a tres. Nos sacaron. Adelante, encabezando la columna iban el interventor y el estudiante venezolano (lo poco que de él quedaba) siempre con las manos amarradas. Al llegar a la avenida Vicuña Mackenna, el oficial conque yo me había enfrentado le desató las manos y nos ordenó levantar la cabeza para observar lo que les ocurriría a los extranjeros que venían al país "a matar chilenos".

“¡Corre, huevón!” El muchacho, sin poder tenerse en pie, tropezó con el carabinero que tenía la orden de dispararle ... Cayó, muerto, de un disparo en la nuca, contra los muros de la industria IRT.

Le dije bajito: "me alegro de una cosa, no dormirás tranquilo ni una sola noche del resto de tu vida !! Así sea". El carabinero que disparó soltó el arma y comenzó a aullar como demente.

(Creo que el muchacho ya no sentía nada, mejor dicho ésa era nuestra esperanza.)

Enrique Maza, 23 años, estudiante de ingeniería, venezolano.

jueves

Al levantarse el toque de queda, salimos cuatro o cinco mujeres. En el camino vimos heridos y moribundos detrás de algunos muros. Los que podían hablar, nos decían que siguiéramos, que no nos acercáramos.
….
Mi casa fue allanada 12 veces. Los amigos ... presos, asesinados, fusilados. En las listas reconozco los nombres: Fernández, de ELECMETAL, Clement, de Loncoleche,....

Pienso y he comprobado que miles, como yo, nos consideramos sobrevivientes, y como tales, ya no nos debemos a nosotros mismos.

ENRIQUE ANTONIO MAZA CARVAJAL


Enrique Antonio, "Pellizco", tenía 23 años de edad, soltero, Venezolano, estudiante de Ingeniería en la Universidad de Chile. Simpatizante del Partido Socialista. Fue ejecutado el 12‑09‑73.

Su cadáver fue encontrado en la vía pública y remitido por Carabineros al Instituto Médico Legal. El informe de autopsia expresa que la causa de la muerte es una "herida de bala cérvico raquídeo‑medular". Sus restos fueran repatriados a Venezuela.

Por testimonio de un militante socialista, se conoce que "Pellizco" se encontraba en la Industria Tisol, ubicada en Vicuña Mackenna, cerca de Luchetti. En la empresa permanecieron un grupo de obreros acompañados por militantes socialistas universitarios. Este grupo permaneció desde el 11 de septiembre hasta el mediodía del 12, momento en que la industria fue ocupada por boinas negras del ejército los que procedieron a detener unas 50 personas.

Pellizco fue separado del resto y llevado hasta una caseta situada a la entrada de la industria. Al parecer se le aplicó electricidad, dado los gritos desgarradores que se escucharon. A las 4 de la tarde, todos los detenidos varones fueron trasladados a Vicuña Mackenna y entregados a carabineros. Las mujeres permanecieron detenidas en la industria, entre ellas Carmen Silva y Jimena Mora.

Pellizco fue también entregado a carabineros. Lo acusaban de ser cubano. Estaba visiblemente golpeado y con las manos amarradas a la espalda.  Permaneció de pie junto a un vehículo policial, luego le ordenaron "corre". El se negó "no, me van a matar".  Le ordenan nuevamente que corra y se escuchó un disparo y é1 cae al suelo. Aún a las 6 de la tarde, cuando subían a los prisioneros a los buses de Carabineros para ser trasladados al Estadio Chile, el cuerpo de Pellizco permanecía en el mismo lugar.


Al cumplirse el día 12 de septiembre de 1998, 25 años  de la muerte de Enrique Maza Carvajal, venezolano, estudiante de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Chile, se realizó un Acto en su memoria, organizado por el Centro de Estudiantes de Ingeniería Facultad de Ciencias Física y Matemáticas, Universidad de Chile y la Fundación MEMORIA Y FUTURO

En esa oportunidad se incorporó su nombre a la Placa Recordatoria ya existente en el Hall Sur del Edificio Central,  Avda Beaucheff Nº850. 





 Fundación Memoria y Futuro (e.f)

La Fundación Memoria y Futuro surgió como una iniciativa de un grupo de compañeros socialistas en el año 1994. Su objetivo es rescatar la memoria histórica y el ejemplo de nuestros mártires, de la izquierda chilena y latinoamericana, e impulsar acciones tendientes a apoyar el logro de verdad y justicia, recopilar información y conseguir darles sus nombres a plazas y calles, entre otras iniciativas.

Queremos que no se pierda la memoria de seres humanos que merecen ser recordados. Y también queremos que las experiencias de sus vidas nos sirvan para la construcción de un futuro mejor que lo que hemos tenido que vivir, un futuro más cercano al que ellos querían para sus pueblos. Por eso  nuestro nombre: “Memoria y Futuro”.

En torno a estos objetivos se han motivado y participan muchas personas. Hay militantes de Partidos, hay independientes, incluso jóvenes escépticos frente a la política de hoy, en fin. Y hay muchos más que colaboran de distintas maneras.

Hemos realizado actos en memoria de compañeros, contamos con  un espacio físico  y gente siempre dispuesta a apoyar de distinta forma el cumplimiento exitoso de los objetivos que en cada oportunidad definimos.  Trabajamos por darnos mayor organización y legalizar la Fundación.

Marisol Bravo, Gabriela Miranda, Enrique Norambuena, Alberto Zerega, Mónica Allende, Camila Muñoz, Francisca Muñoz, Anita Lagos, Aníbal Sepúlveda, Amanda González, Carme Silva , Edith Vargas y muchos más.