Sergio Maurin U.
Agosto 2013
Ponencia en Foro organizado por la Cut y Colegio de Periodistas |
Me corresponde exponer la gestión
de la Editorial Quimantú, recordada por su espectacular éxito en la edición 317 títulos y 11.7
millones de libros en 2 años de los cuales se habían vendido cerca de 10
millones, además de imprimir textos de estudio para el Ministerio de
Educación, tema que abordará el próximo panelista. Por razones de tiempo, debí seleccionar sólo
un aspecto de la gestión. Opté por el
que considero la madre de todos los logros: la participación plena de los trabajadores en esa gestión. Por “plena”
se entendió que incluía el derecho a participar en las decisiones a todo nivel.
El análisis de una gestión, se
debe hacer a partir de los objetivos asignados y de las circunstancias que
facilitan, dificultan y condicionan esa gestión.
En el caso de Quimantú hemos leído varios
artículos, 2 libros y Wikipedia, escritos a partir de información escasa,
errada e incluso imaginada, sobre ambos aspectos, lo que lleva a conclusiones
equívocas. Para situarnos en el tema,
pasamos a sintetizar los reales objetivos y el marco referencial.
Objetivos generales.
Fueron establecidos por el
Presidente Allende. Eran claros y
concisos. Están expuestos en diversos documentos, que van desde el
proyecto de ley que presentó en 1967 siendo
senador de oposición hasta el informe público sobre la Editora que entregó en febrero de 1971. En
éste la definió como centro de difusión
cultural, (no de
creación) cuyos objetivos eran: contribuir a promover la literatura nacional y
universal; permitir que el libro sea un bien al
alcance de todos los chilenos y
proveer a estudiantes textos de
estudios. Además, incluyó un
objetivo válido para toda empresa
estatal: incorporar a los trabajadores a
la gestión.
Fueron objetivos acotados y
prioritarios para la etapa inicial de un proceso de largo aliento.
Primaban los aspectos educativos y de fomento de la lectura como aportes
basales al conocimiento, al saber, al desarrollo intelectual y de la capacidad
de raciocinio, esenciales en el proceso que se iniciaba.
La integración plena de los
trabajadores a la gestión, la entendimos
como un ejercicio en la vida laboral cotidiana que aportaba al desarrollo de los valores de
solidaridad, trabajo asociado y equidad
que estaban en el alma de la nueva cultura por construir. Nos abocamos a lo nuestro, en el entendido
que otros importantes objetivos culturales se asignaban a otras instancias.
Marco de referencia.
Zig-Zag estaba en situación de
quiebra y acumulaba deudas generadas en los últimos años. Enfrentó huelga de
casi 2 meses que exigía reajuste y pago de deudas previsionales. El gobierno de
Allende, decretó reanudación de faenas el 1° de diciembre del 70 y el fallo
arbitral se dictó el 9 de diciembre. A los pocos días Zig-Zag ofreció en venta
al Estado sus activos y se firmó acuerdo el 12 de febrero de 1971.
El Gobierno
compró oficinas y talleres de Zig-Zag en pleno funcionamiento, donde laboraban
780 trabajadores que conservaron sus cargos. Además se transfirió la propiedad
de 14 revistas con bajo tiraje y algunos contratos de impresión que incluían
las revistas norteamericanas Visión y
Reader’s Digest.
El
valor de la compraventa lo fijó la consultora estadounidense Price Waterhouse. Las
fuertes deudas se descontaron del precio de compra y se transfirieron a
la Editora. CORFO depositaría los fondos
para que Quimantú las pagara. Se firmó
contrato de impresión por 2 años de las 16 revistas que Zig-Zag conservó. Es decir, se continuó imprimiendo lo de siempre.
Una condicionante
esencial poco conocida, fue que la Editora debía autofinanciar su operación y su
desarrollo. Jamás recibió aportes
financieros ni franquicia alguna.
Recibió trato similar al de una empresa privada, con la diferencia que
su misión era maximizar su aporte al desarrollo cultural y no de maximizar
ganancias.
Quimantú nació con las arcas vacías. Debía pagar sueldos y enfrentar
gastos para cumplir con los clientes y
sacar sus propias ediciones. Los ingresos llegaban con más de 1 mes de atraso. La CMPC, monopolio y actor
político, nos vendía el papel con pago al contado. Al poco andar exigió pagos anticipados y
retrasaba los despachos. Incluso nos suspendió un mes la venta de papel para
revistas. La vía ineludible fue el endeudamiento.
El fuerte déficit operativo, la falta de
capital de trabajo, el endeudamiento necesario, la impresión de textos
escolares a bajo precio, la inversión requerida para el inicio de masiva
edición de libros con retornos tardíos, la escuálida y elitista red de librería
y distribuidoras existentes, prefiguraban un complicado marco operativo
inicial. No se podía abordar todos los objetivos, lo que significó atrasar el
lanzamiento masivo de libros.
Las
fortalezas eran: el complejo industrial impresor con ≈65% de capacidad
ociosa; los activos fijos que respaldaban préstamos; la plena autonomía operativa otorgada, y la
alta capacidad de sus 800 trabajadores, todos afiliados a un Sindicato único,
destacado impulsor de cambios. A ello, se sumaba el interés del conjunto de
quienes provenían de Zig-Zag, por
mantener su fuente de ingresos.
A los
trabajadores heredados, se sumaron 6 funcionarios directivos en representación
del Estado dueño de la empresa, quienes
constituyeron el primer Consejo Administrativo.
Los primeros pasos.
El discurso de presentación
contuvo conceptos que se reiteraron en forma permanente: “la empresa que
naufragó en manos privadas, ahora es del Estado, es decir de toda la
sociedad. Su fin ya no es generar las
máximas utilidades posibles para sus dueños,
ahora es aportar al desarrollo cultural de todos los chilenos. La
sociedad confía que los trabajadores sabremos sacarla adelante. Debemos
responder a la confianza depositada. En conjunto debemos pensar, decidir y
actuar para elevar la producción, reducir los costos e ingeniarnos para ser
exitosos en la tarea de difusión cultural.“
Entre las primeras acciones de
quienes llagábamos, estaban las orientadas a ganar la confianza de los
antiguos, hacerlos sentir que teníamos los mismos intereses. Todos nos afiliamos al Sindicato. La inserción
en la realidad y sus problemas,
se efectuó en estrecho contacto
con el personal de la respectiva unidad de trabajo y los ajustes siempre fueron
con participación del grupo.
En los primeros días hubo diversas
medidas como señales de nuevos tiempos, tales como reducir los sueldos a la
mitad de la Gerencia General y restantes Gerencias que pasaron a denominarse
Divisiones; eliminar los gastos de representación; trasladar desde gerencias a
secciones de talleres insalubres equipos de aire acondicionado y alfombras. La
más apreciada fue la súbita eliminación del comedor de Gerencia y del que
atendía a los demás directivos, profesionales y personal administrativo. La
aparición en el comedor de talleres del Gerente, los 7 Directores de Divisiones
y jefes de distintas instancias, que
tomaban su bandeja y se ponían a la cola, resultó impactante.
En breve plazo se difundió un
informe completo sobre el estado de la empresa, sus problemas y
perspectivas.
Respecto al nombre “Quimantú” (sol
del saber) se decidió en el primer mes mediante concurso interno y votación por
Secciones. La propuesta del Presidente Allende -“Camilo Henríquez”- resultó
segunda.
Se definieron 2 áreas muy
diferenciadas: La de negocios y la de difusión cultural.
La primera debía generar ganancias a
través de impresiones a terceros, para crear el capital necesario para una
producción creciente y avances en procesos e infraestructura, junto con
ingresos para elevar las condiciones de
trabajo y remuneraciones.
La segunda apuntaba al corazón de Quimantú. Editar y distribuir libros y revistas propias, imprimir textos de estudio para el Ministerio y
trabajos encomendados por el Gobierno. Estas publicaciones debían autofinanciar
sus costos de producción. Podían existir algunas que no se autofinanciaran, cuando
sus aportes al desarrollo cultural
fueran destacados. Nunca regalamos libros o revistas y las donaciones las hacía
el Estado adquiriéndolas al costo.
Para el corto plazo, se decidió centrar los esfuerzos en aumentar
los ingresos por ventas a clientes para eliminar las pérdidas y generar el
capital de trabajo. La misma prioridad tuvo la
impresión a bajo precio de textos
para el Ministerio, la introducción de
mejorar en revistas propias y la
creación de una revista informativa. Otro propósito basal fue el impulso de los
Comités de Producción. Se postergó el lanzamiento masivo de libros por la gran
inversión que requería.
Normas para la Gestión
participativa.
Al mes de vida, los Comités de Producción exhibían claros logros.
Era hora de institucionalizar la participación. Se entregó al Sindicato una
propuesta y éste convocó a la Asamblea.
El teatro estaba colmado y expusimos la propuesta, cuyos puntos más
significativos fueron:
a. Establecer la Asamblea
como máxima instancia resolutiva de asuntos de alta trascendencia.
Incluía, la aprobación de Acta de
Advenimiento, la resolución de discrepancias en temas relevantes surgidas en el
Comité de Administración y resolver conflictos laborales mayores.
b. Ampliar el Comité de Administración a 11 miembros. Serían 6 representantes del Estado dueño de
la empresa -conformados por el Gerente General que presidiría el Comité y 5
Directores de Divisiones- y 5 Ejecutivos Laborales elegidos en votación
universal y secreta anual. En adelante, el
Comité resolvería todos los asuntos importantes de gestión que estaban en manos de Gerencia y Directores
de Divisiones. Allí se aprobaban las
propuestas de títulos de libros y de revistas entregadas por cada División
editorial.
c. Oficializar los Comités de Producción, precisando su rol y atribuciones. Causó revuelo la propuesta de destituir a
Jefes de Secciones de talleres -la mayoría
vistos como enemigos- y elegir al
remplazante, cuidando que fuera un
aporte a la productividad.
La propuesta fue aprobada por aclamación. Al día siguiente la
mayoría de jefes repudiados fueron electos.
Fue una modalidad pionera de
participación plena y democrática.
Aspectos destacados de la gestión
participacipativa.
El
Comité de Producción era la clave del sistema. Existían en cada Sección. Allí
acordaban cambios en sus procedimientos para elevar rendimientos y reducir
costos. La mayoría eran aportes pequeños, pero constantes. Al nivel de empresa
tuvo alto impacto. De mayor envergadura fueron la recuperación por el taller
mecánico de una encuadernadora Sheridan
de altísimo valor, arrumbada en galpón de desechos y la elaboración de partes y
piezas que se importaban de EEUU y la fabricación de un compuesto químico para
fotograbado, los dos últimos afectados por el bloqueo. En enero del 73, los
trabajadores organizaron una exposición de elementos fabricados.
En
cuanto al trabajo voluntario, cada Comité recibía pedidos o los proponía.
Seleccionaba un voluntario apto para apoyar la tarea. La ausencia no podía
afectar la producción.
Por
esta vía se trabajó en la organización de librerías
Sindicales en grandes empresas las que vendía nuestros libros mediante
descuentos por planilla, la atención del bibliobús que vendía nuestras
publicaciones en barrios populosos y en
verano en playas, la atención de puestos móviles de venta que ocasionalmente se instalaban en
sectores periféricos, la Embajada Cultural Quimantú y muchas
otras.
También
acordaban apoyos a organizaciones,
campañas, movimientos sociales, etc. Alta relevancia tuvo la movilización
durante el paro patronal de octubre del 72
para distribuir productos en nuestros 4 camiones, abrir negocios
cerrados -la mayoría con bodegas repletas de productos escasos- y ayudar a
trabajadores del sector para poner en marcha empresas paradas.
Los
comités analizaban sus interrelaciones con otras secciones e instancias
superiores y los asuntos generales de la empresa. Elaboraban propuestas y se
pronunciaban sobre consultas. Pocos asuntos se resolvían en Asamblea. Crearon de hecho una Coordinadora de Comités
que fue de gran utilidad.
El
avance en el área de negocios, la reducción de costos y el incremento de la
productividad fueron superiores a lo
previsto. Habíamos lanzado la revista
“Ahora” en abril, hubo modificaciones y creación de revistas no siempre
exitosas; se habían creado originales de libros para la
colección Nosotros los Chilenos, se editaron unos pocos libros con carácter
exploratorio y en agosto se habían iniciado etapas previas a la impresión de
libros de 3 colecciones. A los 6 meses de vida, alcanzamos
el punto de equilibrio y luego hubo ganancias. La perspectiva de ampliar la producción propia e irrumpir con altos
tirajes de libros estaba a la vista. Todo descansó en la iniciativa,
el esfuerzo y la plena participación de
los trabajadores.
Pliego de Peticiones. En agosto del 71 se difundió informe detallado de la situación de la empresa y
perspectivas, previo al pliego de peticiones. Se habían erradicado las pérdidas
mensuales, pero persistía la necesidad de ampliar el capital de trabajo para el
masivo lanzamiento de libros en octubre. Por otra parte, eran frecuentes los
atrasos de CORFO en depositarnos los fondos para pagar las deudas transferidas
de Zig-Zag, lo que obligaba a desviar fondos propios. Preveíamos período con
problemas financieros hasta mediados del 72. Se pidió estudiar posibilidades de
limitar las peticiones en la perspectiva de compensarlas en el pliego del año
siguiente.
El Pliego de Peticiones afinado en
Comités pasó a la Asamblea. Los puntos que se aprobaban eran incorporados al
Acta de Advenimiento. El reajuste fue del IPC y otros beneficios fueron
mínimos. Para cumplir con las normas, firmamos el Acta de Advenimiento el
Gerente General en representación formal de Quimantú y los dirigentes del
Sindicato.
Los representantes del Gobierno
renunciamos a nuestro reajuste. Algunos trabajadores pidieron rebajas en los suyos, pero se acordó
que fueran préstamos, los que se
cancelaron antes de fin de año.
A mediados del 72 corrían vientos
favorables y hubo un aumento extraordinario que luego generó algunos problemas.
En octubre del 72 se aprobó el
Pliego-Advenimiento donde se consideraron los anteriores ajustes de cinturones.
Lo que generó conflicto con Ministro de Economía. A mediados del 73 el personal
de Quimantú era de poco más de 1.500 existiendo 3 turnos.
El más valioso aporte de Quimantú
para el desarrollo del país, pienso que fue su modelo de gestión.
La plena participación de los
trabajadores en la dirección de una empresa productiva estatal con fuerte
autonomía relativa, sin subvención ni franquicia alguna, cuya finalidad era
aportar al desarrollo de la sociedad, demostró su superioridad sobre grandes
empresas privadas guiadas por el afán del máximo lucro.
Los idénticos intereses de una
empresa del Estado y de los trabajadores que allí laboran y la dirigen, representa una modalidad superior de relaciones productivas
y sociales, es escuela de nuevos valores, es expresión
superior de cambios culturales.
En la actual realidad, donde los países asisten a una
concentración monopólica internacional
que genera crisis semi permanentes y
conduce hacia la destrucción del planeta, pienso que el análisis de la experiencia de Quimantú cobra actualidad.
Estamos preparando un libro con las memorias de Quimantú,
donde escudriñaremos a fondo su
vida, incorporando testimonios y copias de documentos que concurren -desde
distintas visiones y vivencias- al rescate de la verdad histórica del Quimantú,
empresa cuyo espíritu ojalá reviva.
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