martes, 28 de mayo de 2013

Las primeras 48 horas o Los tejedores de la revolución

Ernesto Benado

En la reunión me senté  al lado de un compañero de unos 60 años  que me saludó muy afectuosamente  Le pregunté quién era y me dijo soy el ex Presidente del Sindicato Yarur.-Yo me recuerdo de UD.-

En realidad no me acordaba para nada de él. Mi pasada por la fábrica en 1971 fue muy fugaz. Me preguntó: ¿UD sabe que se publicó un libro sobre la toma de la fábrica Yarur y sobre su administración por el gobierno de Allende? Le dije que no lo sabía.

-Fíjese que era un gringuito que andaba por la fábrica haciendo entrevistas, a veces incluso las grababa. Algunos tenían desconfianza de él. Pero ahora resulta que ha escrito un libro en que nos nombra a muchos de nosotros “El autor es Peter Winn, el libro está editado en LOM y se llama “Tejedores de la Revolución “.

Lo compré y he estado dos semanas  enfrascado en su lectura. Primero pensé escribir un  corto comentario sobre el libro, pues hay datos originales sobre los primeros meses del gobierno de la Unidad Popular.

Al terminar la lectura pude apreciar que Peter Winn llegó a la fábrica en 1972  y que mi corta presencia en la fábrica, durante las primeras 48 horas de requisada por el gobierno en Abril de 1971, no figuraba para nada. No era una omisión deliberada  El proceso que se vivió dentro de la fábrica en el año 1972 fue tan apasionante que  esos primeros días no le llamaron la atención  y tal vez casi nadie se acordaba de ellos.

¿Fueron realmente importantes esos  dos primeros  días?

Quisiera creer que aunque sólo sea para dejar constancia de ellos, vale la pena hacer el relato, aunque ahora a  casi cuarenta años sólo recuerdo lo principal de  mi cortísima intervención.

Renuncié a mi cargo  de gerente de la empresa metalúrgica en la que había trabajado durante 20 años y me incorporé a la CORFO, en Enero de 1971.

Por ser ingeniero civil mecánico, me destinaron a un Comité para el Desarrollo de la Industria Pesada. Lo primero que tuve que hacer fue evaluar la propuesta de una planta de cemento para Antofagasta y decidir junto con Vicente Sotta, el presidente de su directorio, la oferta más conveniente. Elegimos la tecnología danesa  y la fábrica llegó, se  montó y  funciona hasta el presente. (INACESA aún ahora en 2013 funciona normalmente).

Debo insistir con esto en que mi experiencia en el ramo textil era muy primaria.
Una vez a la semana, tenía autorización  para hacer clases en la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad Técnica del Estado.

Hacía clases de Turbo máquinas al último año de ingeniería y todos los Jueves iba a las 9,30 a  hacer dos horas que con un recreo, me permitían volver a CORFO en el centro de Santiago, a las 12,30 y almorzar con los compañeros en el comedor colectivo del edificio de CORFO Central. Cuento estos detalles, porque servirán para ubicar mejor los acontecimientos y el por qué se produjeron.

Mientras hacía clases en la mañana de un día jueves 28 de Abril, se presentó  un funcionario de la recepción de la Escuela para decirme que tenía un llamado urgente de la CORFO y que me dirigiera a la recepción para comunicarme. Dejé a los estudiantes por unos minutos sin saber qué es lo que pasaba. No había teléfonos inalámbricos, así que había que usar el  teléfono fijo de la recepción que estaba en  otro edificio. Me estaba llamando Jorge Chávez, el Gerente de Industrias de la CORFO y mi superior inmediato.

Me dijo muy brevemente: Hoy tenemos que requisar e intervenir la Industria textil Yarur. Andrés Van Lanken, el interventor designado en el decreto está en Punta Arenas haciéndose cargo de Lanera, otra industria textil. Lo reemplaza legalmente Pedro Holz  y  debiera hacerse cargo, pero me ha llamado porque su padre falleció y no puede ir a la empresa ni hoy, ni mañana, hasta el Lunes. Te pido que vayas a Yarur y te hagas cargo de la intervención. Di que vienes de  la CORFO y que reemplazarás al interventor designado hasta que pueda enterrar a su padre. Pedro Holz, también ingeniero, era un funcionario de carrera en CORFO.

Pregunté: ¿no hay nadie más que pueda hacerse cargo?
Chávez me dijo que era una emergencia y  que él creía que yo tenía experiencia para resolver lo que se viniera encima. Con ese halago, no tuve argumentos para  hacerme a un lado.
Me despedí, partí a la carrera a darles una explicación a los estudiantes y me fui en mi coche, preguntándome donde quedaba la famosa industria Yarur, la más grande del país, con algo más de 2.000 trabajadores y que yo conocía sólo por referencias.

Lo que yo sabía era que había que ir a la vieja Penitenciaría (el Penal de Santiago) y seguir derecho hacia el poniente, así que confiando en mi olfato crucé parte de Santiago hasta llegar al enorme edificio gris, de varias manzanas que tenía un monumento con el fundador de la empresa, Juan Yarur, en la puerta de la entrada  apenas cruzando la reja que protegía la propiedad.

Había mucha gente agolpada en la calle  fuera de la empresa, y estaban oyendo una cuenta. Me bajé del auto y me acerqué desde atrás  para escuchar. Un dirigente daba detalles del decreto y de las razones de la requisición, pero nadie se preguntaba porque no estaba presente el interventor, que vendría a reemplazar a las hasta entonces  autoridades  privadas de la fábrica.

Escuché unos diez o quince minutos  mientras la gente hacía preguntas y expresaban su preocupación sobre  cómo se pondría en marcha la planta, que estaba tomada  por los trabajadores desde hacía ya una semana.

Debo aclarar que yo no tenía ningún conocimiento de lo que había ocurrido en esa fábrica  en los 6 meses  del gobierno de la UP.  Pues lo textil estaba muy lejos de mis preocupaciones, lo único que sabía era que existía un conflicto y que el Gobierno sólo en las últimas horas  se había decidido a requisar, usando un antiguo decreto ley que permitía hacerse cargo de empresas privadas si existía peligro de desabastecimiento.

En un momento de silencio entre los trabajadores, alguien preguntó: ¿y donde está el interventor?

Avancé entre la multitud y cuando estuve cerca de quien presidía, dije –Vengo de la CORFO y voy a hacerme cargo de la intervención-

Me miraron con asombro, sorpresa y tal vez tranquilidad. Ya no estaban abandonados por el gobierno, su gobierno, que había aceptado a regañadientes hacer la intervención de la empresa, contra todas las influencias y presiones de la poderosa familia Yarur.

Yo tenía ya 43 años, no les debo haber dado la impresión de ser un novato y aunque ellos no lo sabían, era el único funcionario de CORFO que tenía experiencia empresarial y que podría, dado el caso, tomar decisiones, sin  tener que estar llamando  a jefes o ministros. Efectivamente, en las próximas 48 horas, sólo tuve que llamar a un funcionario ajeno, y no para consultarlo, sino para obtener la elevada suma de dinero necesaria para pagar las remuneraciones.

Caminé hasta colocarme  al lado del Presidente, a quien yo no conocía  y dándome vuelta para mirar directamente la reunión. Les dije:

“Tenemos que echar a andar la planta.” “Llévenme hasta la oficina del Gerente General, pues desde ahí vamos a operar”.

Hubo una sensación de alivio de la gente y  caminamos para entrar a la planta por su puerta principal. Me condujeron a una amplia oficina, que era desde donde su Gerente y co dueño, Amador Yarur, mandaba toda la planta. Nadie me pidió identificarme y tampoco puso en duda mi mandato. Se vivía un hecho extraordinario y las circunstancias exigían cierto grado de fe en los seres humanos. Así lo pensé yo.

Me encaminaron  a través de un  pasillo hacia una amplia oficina en la cual había un gran escritorio parcialmente despejado, algunos sillones y un pequeño estante cerrado. Me senté en el sillón del centro y pedí que sólo se quedaran los presidentes de los dos sindicatos principales. Se retiró el resto de la gente, un poco lentamente pues no estaban acostumbrados a que se los marginara en esos instantes de las decisiones de las que iba a depender su vida laboral.

Ya con los dos presidentes, les dije que me quedaría sólo 48 horas, hasta que uno de los interventores definitivos se hiciera cargo.

Les pregunté cuántas salidas  tenía la fábrica por las que se pudiera sacar materia prima, mercadería o piezas  grandes. Me informaron que había una sola  salida que estaba controlada por un portero, y que ese trabajador no era de su confianza  Les pedí de inmediato que me propusieran una compañera dirigente de sindicato de absoluta lealtad para controlar la portería. Sin gran vacilación me nombraron a una compañera  y les pedí que la fueran a buscar. Llegó una trabajadora relativamente joven  a quien le dije:
Estimada compañera, necesitamos impedir que empiecen a robarnos en esta planta que ahora es del estado y de todos Uds. vaya  con dos compañeros  a la portería y no dejen salir ningún vehículo  ni persona con bultos o paquetes sin que lleve una guía de salida  con mi firma. Si pasa cualquiera  cosa rara o violación a la norma Ud. me llama a mí por el citófono o a los compañeros presidentes  para impedirlo. La compañera me miró sonriendo, y me dijo, “a la orden “y se fue.

Les plantee el problema de echar a andar la fábrica que estaba paralizada  ya durante una semana. Me dijeron que contaban con la cooperación del Jefe de Mantenimiento, un antiguo funcionario  que se había plegado al movimiento. Yo no lo conocía  ni de nombre. Resultó ser más o menos de mi edad y además se veía que era mecánico pues llegó con una  capa  azul. Como hay una fraternidad entre los mecánicos, me cayó bien y le pregunté: ¿Se puede echar a andar la planta?
Me dijo  “Hay corriente eléctrica y si la conectamos podemos hacer partir  la sección de telares.”
¿Hay materia prima? Sí, tenemos para varios días en la fábrica y hay un depósito en Cerrillos donde está la mayor parte del algodón. Esa bodega no fue tomada y está expuesta a que saquen materia prima y también a que se incendie.

Les pedí a los Presidentes que mandaran de inmediato a algunos trabajadores a hacerse cargo  de esa bodega y que yo iría más tarde a  revisar la situación.

El jefe mecánico me explicó que la parte  de tintorería y  los procesos  químicos eran más difíciles de echar a andar, pero que podría hacerlo sección por sección, si yo lo autorizaba. Le dije que procediera de inmediato a conectar la electricidad  y  que el personal tomara sus puestos de trabajo.

A las 11 AM, pude oír el ruido de las máquinas andando y el lejano aplauso de los trabajadores Fue un momento emocionante para mí y creo que para todos.

Me preocupé  entonces de la parte financiera. Me explicaron que con el decreto se había dado aviso a los bancos y todas las cuentas estaban congeladas y que sólo se podría empezar a girar  cuando los interventores pudieran legalizar sus firmas. O sea  nadie podía tocar los fondos.

Les expliqué que tendríamos problemas para pagar los sueldos y salarios ya que estábamos a fin de  semana y del mes. Pregunté si había alguien de confianza que estuviera al tanto de las planillas de remuneraciones. Me explicaron que precisamente se trataba de uno de los compañeros más entusiastas del movimiento de la toma, que trabajaba con un sistema mecanizado con tarjetas. (no existía  a nivel de la empresa sistema de computación) así que lo llamaron y  me lo presentaron . Resultó ser una persona joven y sonriente quien me dijo que si trabajaba con su equipo esa noche para el viernes podía tener un detalle de los pagos y me dijo una cantidad aproximada  del dinero  que íbamos a necesitar.

Le dije que se pusiera a trabajar y  que yo me  preocuparía de conseguir el dinero ¿De adónde? No lo sabía pero en momentos extraordinarios supuse que en esa primera intervención y estatización de una planta  algún funcionario de gobierno nos respondería. En realidad se convirtió en una norma durante todo el gobierno popular que jamás, pasara lo que pasara, se podría dejar a los trabajadores sin sus remuneraciones.

Por la puerta lateral  que yo aún no había advertido ingresó un joven de pelo rojo, el compañero Sánchez, que se presentó como militante del Mapú y que había sido designado como co interventor.
O algo así, pues en el Ministerio de Economía, al designar a los interventores se habían preocupado del cuoteo político. Como los dos interventores, Holz y Van Lanken eran socialistas, entonces se tenía que nombrar  representantes de los otros partidos de la Unidad Popular para compartir responsabilidades. Lo saludé y le pregunté  de qué parte de la operación quería hacerse cargo. Me dijo que de la comercialización. Acepté y le conté lo resuelto con la portería. Además le pedí que implementara el sistema de guías y que éstas debieran ser firmadas por él y por uno de los interventores hasta que se decidiera otra cosa.

Regresó a su oficina que  quedaba colindante con la que estaba ocupando yo.

Les pedí a los presidentes  sindicales que seguían presentes atendiendo a todo lo resuelto, que me volvieran a designar una compañera de confianza, ojala con experiencia  secretarial, pues íbamos a implementar un sistema de comunicaciones, para que  se legalizara internamente un sistema de mando que reemplazara a la antigua gerencia ¿por qué propuse compañeras mujeres para esas dos primeras funciones de la intervención? Seguramente que mi instinto me señaló  que las mujeres plegadas al movimiento eran más seguras en su lealtad a la requisición

Hasta donde recuerdo esa iniciativa se me ocurrió a la carrera tal vez por haber leído en alguno de los libros o novelas soviéticas de cómo se implementaron allá y entonces las nuevas cadenas de mando. La experiencia soviética era en esa época nuestra fuente de referencia y el libro  de Preobrajensky “La nueva económica” el libro de cabecera.

Cuando llegó la compañera, le expliqué que iba a estar a cargo de un libro de órdenes, un libro cualquiera de contabilidad o simplemente  de borrador, con páginas foliadas y numeradas. Que toda orden que diera un interventor, debía ser escrita y firmada, indicando a quien iba dirigida. Que ella sería la depositaria del libro y  que ninguna orden se llevaría a efecto sin estar registrada.

Al poco rato me trajo el libro y en su primera página escribí.

“La compañera N: N. es  la responsable de este libro y toda orden de un interventor debe ser escrita en el libro anotando su detalle y a quien va dirigida. El que reciba la orden debe anotar con su firma la recepción conforme y la hora en que se notificó”
Ella fue entonces la primera en firmar y anotó la hora y el día, 12 PM del 28 de Abril de 1971.

Era tal la seriedad con que los trabajadores de la planta tomaban lo que se estaba haciendo y los procedimientos que se estaban adoptando que varios meses después  cuando comenté  con Holz y Van Lanken la historia del libro, me dijeron, “Ese famoso libro, todavía tenemos que usarlo y respetar el procedimiento, dicen que tú lo dispusiste”. Ese primer día del cual aún quedaban grandes novedades, fue uno de los pocos días en que me quedé sin almuerzo. Llamé por teléfono a la CORFO y le informé al jefe Chávez que la planta estaba andando y que teníamos que resolver el problema de los pagos del día siguiente.

Avanzaba la tarde y se me ocurrió que habíamos dejado pendiente algo importante   tal vez histórico,  para  dejar a salvo mi responsabilidad en mi actuar en las horas previas. Efectivamente el gran escritorio no estaba totalmente despejado. Había adornos, alguna fotografía familiar y útiles de escritorio, que podían parecer finos. Además estaba el estante lateral que no habíamos abierto y los cajones del gran escritorio que no habíamos ni siquiera revisado.

Creí necesario llamar a los dos presidentes de los sindicatos, el obrero y el industrial  y les solicité que estuviera presente la compañera portadora del libro de órdenes, quien ya estaba bastante ocupada.

Les pedí que abriéramos los cajones  y el estante. Las llaves aparecieron en manos de un portero que hacía de mayordomo del Sr. Amador Yarur. Tal como esperábamos del estante aparecieron varias botellas de licores importados, vasos, una hielera y elementos para preparar  cócteles. De los cajones salieron  algunos libros personales, fotografías  y alguna carta manuscrita. No había libretos de cheques, ni dinero, ni joyas de ninguna especie.

Pusimos todo sobre la mesa y procedimos a hacer un inventario. Todo lo que podía considerarse efectos personales, incluidos los licores, fueron devueltos al estante que se volvió a cerrar con llave. En el libro de órdenes escribí:

“Se ha hecho un inventario de todo los efectos del Sr Yarur encontrados en su oficina. Se han depositado en el estante con llave de su oficina  en el cual se ha incluido el inventario firmado por este interventor y por los presidentes de ambos sindicatos. Nadie puede disponer de esos objetos mientras dure la intervención de esta empresa.” Firmé debajo de esa orden y  creo que se cumplió  rigurosamente.

A eso de las 19 hrs. se decidió  que debía darse por terminada la jornada laboral y que sólo quedaría durante la noche la gente de vigilancia y el equipo de mantenimiento que debía preocuparse que todo estuviera a punto para la mañana siguiente.

Me despedí de la gente  cercana a la oficina y salí caminando por el portón  de entrada de camiones, donde vi que todavía estaba de pie la compañera encargada del control de la salida de mercadería. La saludé y me dijo que durante la noche iba a reemplazarla alguien de confianza.

Antes de irme a mi casa, decidí pasar por el departamento de Pedro Holz  para darle el pésame e informarle de lo que se había hecho. Lo encontré arreglando los libros y cosas personales de su padre que vivía  muy cerca de él, creo en el mismo edificio.

A la mañana siguiente llegué a la fábrica a las 7,30 para  ver si  todo estaba a punto de la puesta en marcha, ahora con la planta completa incluyendo hilandería y tintorería.  Al entrar  me encontré con  una situación diferente. En la entrada no estaban los trabajadores del día anterior sino una cola de “clientes” que venían a comprar mercadería. Como no me conocían ni de vista, entré a la oficina pasé a ver al compañero Sánchez, que estaba a cargo de comercialización.

Conversamos brevemente, pues efectivamente había que empezar a vender ya que el pretexto para la requisición era “desabastecimiento”.

Nos pusimos de acuerdo para hacer un listado de lo que los compradores  solicitaban adquirir  y pedirles que tuvieran paciencia pues había que hacer un inventario de la existencia en bodega  y de las órdenes de fabricación que estaban pendientes. Se empezó entonces a hacer un listado con nombre en la fila a la entrada de los que pedían  comprar  y entré a mi oficina. Hasta ese momento no había habido ningún contacto con las autoridades del Ministerio de Economía, ni yo me había preocupado por informarlos. Supuse que mi jefe Chávez se encargaría de eso.

Al entrar a la oficina  me estaba esperando una persona de mediana edad  a quien  Sánchez había permitido llegar  y entrar. Lo saludé y le pregunté quién era. Me dio su nombre y apellido. Se presentó como un comprador habitual de Yarur, y simpatizante del gobierno y me agregó textualmente:

“Yo no quiero que a Uds. los engañen. Todos los compradores de mercaderías en Yarur éramos facturados al precio oficial, pero teníamos que pasar a la oficina de don Amador para entregarle una cantidad igual en billetes. Sin eso, no le ponía un visto bueno a la guía de salida. Afuera de la fábrica los productos se venden al doble, así que si Uds. los entregan al precio oficial estarán regalándoles a los intermediarios los productos, algunos de primera necesidad como los tocuyos para sábanas que son los más solicitados.

Sin vacilar le dije: ¿-Trajo el dinero en efectivo para su compra? –
Me dijo que sí.
Bueno entréguele ese dinero al compañero Sánchez el que le va a facturar al precio oficial y le pondrá el visto bueno  a la guía de salida. Y le dije a Sánchez:
Avísale a los de la cola que todo sigue igual como era con la vieja administración.

Y le agregué:- Abre un libro de caja especial, al cual irás anotando los ingresos por  dinero de cooperación con la fábrica.-Cuando podamos abriremos una cuenta bancaria aparte e iremos ingresando lo recaudado.-

No me preocupé más por esa diferencia de precio y supongo que la mayor parte de los clientes  siguieron pagando el dinero negro de don Amador.

Tal vez cuando los interventores definitivos se hicieron cargo consiguieron igualar el precio  oficial con el de mercado, pero tal vez no lo hicieron de inmediato y se acumuló el dinero en “cuenta de cooperación” durante algunas semanas o meses.

Ese día Viernes se pagaron las remuneraciones sin dificultad, pues el Ministerio de Economía  logró que el Banco del Estado  autorizara un crédito por un par de días hasta normalizar las cuentas corrientes oficiales.

Los compañeros de remuneraciones fueron en una camioneta de la empresa a buscar el dinero, y al regresar me pasaron a avisar que todo estaba conforme. A las 18 hrs. me retiré a mi casa y le conté a mi esposa gran parte de lo ocurrido.

Aunque mi misión estaba concluida me hice el compromiso de volver el sábado temprano a dar una vuelta. Lo hice y encontré la fábrica sin los ruidos de las máquinas pero con un piquete  de vigilancia en la entrada principal y en el portón de vehículos.

Seguí viaje a la gran bodega de  Cerrillos y con el coche recorrí su contorno. Noté que estaba también vigilada.
El lunes volví a trabajar en CORFO e hice un informe verbal al Gerente de Industrias.

Regresé a los temas “metalúrgicos” a los cuales me dediqué durante los dos años siguientes. Consideré que la misión  se había cumplido y no volví más a la planta Yarur, ni antes ni después del Golpe.

Los problemas y acontecimientos en el sector metalmecánica y siderúrgico eran de tal magnitud que no quedaba tiempo para  comentar lo de los otros sectores. A veces apenas conseguíamos encontrarnos y saludarnos en los pasillos de CORFO con Pedro y Andrés que eran los encargados del sector textil.

Hasta aquí  lo sucedido en las primeras 48 horas tan decisivas. Sólo deseo agregar que cada vez que me encuentro con alguien que trabajó en Yarur en esos días me reconoce y me saluda con afecto, a pesar de los años transcurridos.

Nota del autor: El original de este relato lo escribí el 27 de Febrero del 2009.-
El texto actual lo revisé especialmente y eliminé otros detalles que perdieron actualidad.
EBR

miércoles, 1 de mayo de 2013

Escribamos 1000 Historias

Cecilia Suárez Indart
1º de Mayo 2013


En el último tiempo me he encontrado con muchos antiguos correos del obituario socialista e inevitablemente han venido a mi memoria momentos de encuentro. Por eso quisiera compartir con ustedes esta página donde se puedan encontrar los socialistas de ayer y de hoy.

Como todas las familias, los socialistas independientemente de las discrepancias, rencillas, debilidades y fortalezas; tenemos una historia común, la sangre de muchos corre por nuestras venas.

Con el tiempo y las vicisitudes de la vida uno aprende a agradecer cada año que se va y  recibe feliz el  nuevo. Somos de una generación privilegiada con grandes triunfos y grandes fracasos y tristezas, somos sobrevivientes, testigos de los momentos más intensos que ha vivido nuestro querido país. Hemos tenido la capacidad de reinventarnos, sobreponernos, reírnos de todo y de todos, sobre todo de nosotros mismos.

En este espacio se trata de compartir -sin pretensiones intelectuales, teóricas ni de ningún tipo- reflexiones, vivencias, testimonios, enfoques y comentarios en un espacio en el que podemos interactuar y enriquecernos mutuamente. Nos vamos haciendo viejos/as y  tratemos de aportar un grano de arena con nuestras vivencias  a estos 80 años.


Revisando papeles, cartas, escritos, recortes de diarios en un afán de reconstruir nuestra historia familiar, fragmentada, con muy pocas fotos de la infancia y de pronto encuentro una foto mía. Fue captada en el Parque Matías Cousiño (actualmente Parque O”Higgins”). Año 1964, concentración del FRAP (Frente de Acción Popular), cierre de campaña de la candidatura del Dr. Salvador Allende. No falta la bandera de Viva Allende. Miro mi foto y me emociono. El ser regalona de mi padre en mi vida fue de dulce y agraz, pero puesto en una balanza siempre será más de dulce. Imposible no recordar las idas a Guardia Vieja, los encuentros en San Martín, en el Senado. Recordar la eterna broma diciendo mi lápida será: Aquí yace el futuro presidente de Chile. Luego vendría el Gobierno en la Intendencia de Valparaíso y al año siguiente en la Intendencia de Concepción.

Imaginé a Allende sobre un cajón de azúcar vacío, megáfono en  mano, hablando de la sociedad mejor que quería construir.

En este blog 1000 Historias podrás leer diversos testimonios donde te reencontrarás con tus compañero/as. Escribir y compartir parte de tu historia para que las nuevas generaciones la conozcan. Publicar fotos. Escuchar esas infaltables canciones del “repertorio de la cultura socialista”.

1000 Historias las escribimos todos/as

Mil Historias, desde la periferia


Guillermo Rafael Pulgar Lira
Abril 2013

Mi proceso en la Unidad Popular. 

A los doce años de edad, en 1972, saliendo de Octavo Básico, junto a compañeros de curso nos vamos a estudiar dibujo y pintura al Museo Nacional de Bellas Artes. Al término de las jornadas con un ayudante del profesor -con el cual hicimos amistad- nos íbamos al Parque Forestal a conversar con los hippies,  escuchamos muchas charlas vanguardistas y fumábamos algunos pitos de yerba.

Aquellas  juntas calaron hondo en mi personalidad, junto con las intervenciones de este joven ayudante de dibujo que militaba en la Juventud Socialista y cuya personalidad, desplante atraía, tenía ese carácter de líder, su nombre era Gustavo Conde. Gustavo estudiaba arquitectura, con él  nos dejaban entrar a la reciente inaugurada UNCTAD, o Centro cultural, a su torre con la precaución de no fumar -por el tema de las alfombras- ahí podíamos  observar los ensayos de Quilapayún, los BLOPS y grupos de teatro del momento.

La verdad que todos éramos chascones y mucho collar por encima y a pesar de eso nunca  nadie nos discriminó, al menos en ese medio. Mucho arte, artesanía y estudiantes, junto al bohemio Barrio Lastarria, además lugar de encuentro para ir a protestar frente a la embajada americana contra la Guerra de Vietnam, donde me di  el gusto de circular con el cartel, “YANKEE GO HOME” durante una semana junto a varios gringos, así   tomaba conciencia con retazos de información.

En la UNCTAD, también me tocó una experiencia amarga, sentados en las escalinatas del centro cultural por donde se pasaba a la torre un día pasa alguien importante, lo delata el traje de ejecutivo y los escoltas con su típico atuendo oscuro y corte de pelo corto, es don Clodomiro Almeyda, nos comentan, y alguien de los tantos que allí  estábamos sentados, le dice algo que no logro escuchar, pero jamás fue un insulto, y la reacción de don Cloro fue tan soberbia, hacia todos nosotros, nos descalifica  por nuestras fachas y entre otras cosas nos llama vagos y sucios, lo que de inmediato se transforma en una pifiadera a su persona, incluidos Gustavo y yo, dejándonos una sensación incomoda y muchos comentarios anti U.P. lo que se agravo enseguida, 10 minutos después con la llegada de carabineros, quienes nos desalojaron a empujones de allí, que era un lugar público.

Fue un hecho hostil y muy triste, que más tarde me hizo tomar distancia de la orgánica Almeydista, aun del apreciable aporte intelectual de este destacado cuadro político.

En los setenta la música de moda para mi edad, eran los Jaibas, los Quilapayún, los BLOPS, y el Pato Manns, en lo nacional, el Rock Argentino, y por el otro continente, el rock melódico de los Beatles y el anglo sajón de Led Zeppelin, The Who, contestatario en sus letras y encolerizados ritmos, abiertamente anti sistema, con críticas profundas en sus textos, contra las guerras invasoras de aquel momento, y muy influenciados, por películas que rompían los esquemas como ser Palomita Blanca, y Busco mi destino o el recital de Woodstock. Por otro lado la TVN con sus coreografías de Música Libre, aportaba a la entretención juvenil, pero todo el conjunto de factores de moda de la época, eran rechazados por nuestros cuadros militantes de izquierdas, familiares, que se esquematizaban en la lucha de clases, contra los gestos burgueses, como llamaban a nuestras preferencias artísticas, a pesar de traducirles las letras de algunos grupos anti sistema, pero el impulso de los sentidos acostumbrados a las formas convencionales, prevaleció, recuerdo los pelambres hecho a militantes destacados, desautorizando sus capacidades, sólo por el  atuendo al estilo del Che, era repudiable aquel conservadurismo. Para mí fue un boicot a la toma de conciencia.

Pienso, que ese carácter de la izquierda tradicional, provocó un intento de crear un Partido Hippie por el año 72, donde fui invitado a pesar de mi edad, lo que se desarrolló en un departamento frente al parque forestal, con mucha participación e ideas que me entusiasmaron, todo muy vanguardista, pero no próspero y a muchos de ellos los vi años después en el Partido Humanista. Considero que una de las debilidades de la Unidad Popular, fue la incapacidad de sumar a los diferentes y sumado a este empoderamiento por parte de los partidos de la época que participan del gobierno, con rasgos hasta prepotentes, lo digo por un bochornoso caso, de ese año,( '?) al rendir homenaje a Pablo Neruda en el Estadio Nacional.  Mi madre era funcionaria del casino, por esa condición ella tenía regalías de entradas al Estadio, acceso a tribuna, y a marquesina. En esa ocasión ella junto a otras compañeras de trabajo uniformadas con las cotonas que las identificaban del casino, van a saludar al Presidente Allende que se le brindaba un cóctel en el comedor. En el ingreso a marquesina, o tribuna, no sé, es impedido por los GAP, empujándolas fuera del comedor e incluso con armas a la vista, a pesar de uno de ellos era amigo de la familia por años, bueno hasta  ahí llego la amistad, y es que unos pocos ensucian al resto, no es cuestión de generalizar, pero el poder sobre dimensionado, otorgado sin un código de ética, se confunde con el abuso y es lo que pude comprobar más tarde cuando pregunte a los gap,s devueltos del exilio, donde constate que defendían al Presidente a codazos y patadas de la gente de civil o pueblo que deseaban acercarse, ellos eran las actuales vallas papales, no me parecía  justo, aunque tal vez había razones.

A mí eso me producía contradicciones con la U.P. Quería ser parte pero me sentía apartado, y es una práctica aún vigente en el Partido Socialista, pues cuando se hacen convivencias, cuando se trata de compartir con la gente o militancia, se conforman grupos cerrados, los que se ven siempre, y el resto queda aislado, fuera de los temas de conversación, pues estos son corporativos o de carácter secreto, y de esa forma reproducen el individualismo del sistema, una forma sectaria de operar y reproducirse, funcional a lo existente. Son estos factores que hacen de esa izquierda un átomo más del cuerpo institucional de un sistema que se cae a pedazos, que se niega a desaparecer, pues el peso de la estructura tiende a bloquear todo paso de energía, todo lo que pueda fluir, para dar origen a algo nuevo y extinguir lo caduco, es todo lo que tiene que ver con la forma, la morfología, a la que referiré más adelante.

 Creo que mi tabla de salvación, fue mi padre, quien me invita a acompañarlo a las reuniones sindicales, y a visitar las fábricas textiles y tiendas de ropa, que estaban asociadas a la confederación textil y del vestuario de la época, mi padre era Presidente del Sindicato de Confecciones TRIAL, y junto al Presidente de esa Confederación, compañero Vega, mi padre se movía por el cordón industrial san Joaquín, mucha caminata y a veces en auto de otro dirigente, donde conocí por primera vez, los retratos de Marx, Lenin, Engels, colgados en las gerencias tanto de textil progreso, sumar, y que se encargaban de explicarme, quienes eran, los mismos compañeros dirigentes que gestionaban las empresas, nunca vi basura, ni ocio en esos lugares, pues debíamos esperar, los horarios que disponían los compañeros para atender las oficinas, a donde llegaban con mamelucos o cotonas. Por parte de mi padre el fiscalizaba, lo que las textiles mandaban a las fábricas de ropa, y así poder controlar la producción en la empresa privada y evitar el acaparamiento, o el  desabastecimiento, lo que él comunicaba en los sindicatos asociados, y ante lo cual el comentaba con Vega, la falta de compromiso de otros dirigentes, que no acudían a informarse y ellos debían ir a los sindicatos o fabricas a notificarles a expensas de recursos salidos de sus bolsillos, lo cual no era recuperado.

En ese tiempo fui un compañero más entre los adultos, donde colabore en la organización de convivencias sindicales y paseos al litoral, con mi padre y sus compañeros de sindicato, con los cuales lo pase súper bien. Lo cierto es que de política aprendí poco, porque el tema de cifras, tarifado que se discutía no me llegaba, pero si el primer enamoramiento con una chica un poquito mayor, que me trajo algunos prejuicios, porque ella trabajaba, mientras yo estudiaba todavía la básica, era mucho más madura que yo, pues era la secretaria del sindicato y duro solo un verano, pues tenía competencia al interior de la fábrica, y me sirvió, pues para ponerme  a su altura, tuve que leer mucho acerca de las definiciones de propiedad mixta, privada y área social, y memorizar algunos diálogos que sostenía mi papá con otros dirigentes, así es como ella al principio me confundió con un trabajador con la complicidad de los compañeros sindicales que me cubrieron hasta donde se pudo.

Eso me volvió un poco más adulto, y con otros compañeros de curso donde estudiaba, el colegio COOTEDUC Santiago centro, que era una cooperativa de educadores, creo todos de izquierda, era pagado, decidimos que en diciembre del 73 después de los exámenes, de primero medio nos afiliábamos al MIR, con ellos nos identificamos sea por la juventud de su gente, su modo de ser, sus fachas, y porque en varios mitines respondían a nuestras preguntas. Pero no pudo ser. 

Debo reconocer de políticos honestos, que hacían bien su pega, al margen de prejuicios u otras taras, según mi opinión, el caso de un alcalde, de apellido Neira (P.C.) de la comuna Las Barrancas de aquel entonces, que vivía a una cuadra de donde arrendaban una casa mis padres, por el año setenta, una dirigente  D.C. intenta desalojarnos de la propiedad, con el pretexto de fundar allí una sede social, a pesar que teníamos un compromiso de compra de la propiedad con el dueño, de la casa, pero que había escapado a la Argentina producto de unas estafas, ante lo cual el alcalde al revisar los antecedentes, nos confirma en la propiedad, y así varios vecinos, nos apoyan muchos de ellos comunistas. Aquello nos dio un perfil de izquierda, además que mi padre era inspector ad honorem de las JAP, y le tocó un par de veces controlar a los almacenes, que escondían las mercaderías, pero no tuvo problemas ni conflictos con ellos, algunos de los cuales después solidarizaron con nosotros durante la tiranía.

Recuerdo muy bien, que por ese entonces a pesar de las diferencias, había tolerancia, pues en mi familia, había partidarios de la U.P y en contra, y las discusiones eran acaloradas, entre hermanos, entre padres e hijos, en fin, el ambiente era tenso, pero los mismos contrarios se amistaban después y continuaban con la misma tanda cuando nuevamente se encontraban y así siempre. Mi madre estaba momia, producto de las colas que había que hacer para las compras, pues se había acostumbrado al mínimo confort de los gobiernos anteriores y junto a ello las compañías de mujeres amigas que siempre estuvieron contra Allende, lo que provocó más de una discusión matrimonial, a pesar que en casa nunca falto mercadería ni se  pasó hambre, estaba la sensación de escasez, lo cual era más psicológico que real. Mucho prejuicio para la época, mi familia rechazaba mis amistades por la indumentaria hippie, excepto mi padre, que también usaba el pelo largo a sus 40 años, pero eso era el contexto.

El Golpe.

Aquel día junto a los compañeros de curso pensamos que nuevamente sería lo mismo que el día 29 de junio, y una vez despachados a casa cerca de las 10 a.m. Los mismos que habíamos ido a recoger vainas al centro y a la Plaza de la Moneda la vez anterior, quisimos repetir aquello de coleccionar balas o casquillos por morbo y curiosidad, pero una balacera en Alameda con Manuel Rodríguez, nos obligó a tumbarnos en el pavimento, pues muchos vidrios caían por doquier, lo cual nos asustó y cada uno para su casa.

Mi padre no llegaba y eran las 10 de la noche, cuando aparece. Años después nos cuenta que estuvo en el sindicato de la fábrica esperando algún contacto y posteriormente salió junto a otros dirigentes en dirección de la textil Yarur, pero no pudieron llegar por el contingente de milicos en el lugar, y ya las calles estaban quedando desiertas, por lo que tuvieron que  a pie devolverse a sus casas.

Dos semanas después de vuelta al colegio, muchos compañeros de distintos cursos no aparecieron más, era los del MAPU y del MIR. El colegio fue visitado en varias oportunidades por los militares y puesto un milico como interventor, y en una ocasión del año 74, se nos llamó la atención a todo el alumnado, por supuestos comentarios políticos anti dictadura. Hasta el año 75 curse estudios allí, y mi expresión anti junta de gobierno fue por las mañanas rayar el pizarrón con consignas contrarias al régimen con un símbolo aprendido de rayados en los muros de la calle ( R ) envuelta en un círculo, resistencia, lo que use por años junto a otros amigos ya fuera del colegio. 

En el año 74, registran mi casa dos veces, son civiles, llegan en camionetas y autos fiat 600, con metralletas, gran expectación en la cuadra, media hora de detención al interior de la casa, esto fue por la tarde, mi padre había sido despedido del trabajo, y a pesar que fue investigado, nada en su contra, igual fue hostigado, y pensamos que la parte patronal algo tuvo que ver, pues muchos años después, al presentar mi currículo a un trabajo en el sector modas de una fábrica cercana a cuadras de  trial, sospechosamente el dueño me pregunta, detalles de mi apellido y algún vínculo con trial, y por cierto jamás me llama, cuando en la primera entrevista todo se resolvía a mi favor. Así mi viejo se auto exilia por un tiempo, hasta que se calmen las cosas y se va por Argentina, y luego México, 26 meses afuera, se instala en las afueras de ciudad de México a media hora de la ciudad, trabaja, junta dinero, por medio de amigos que allí cuenta, le consiguen arriendo, y conoce a Adonis Sepulveda, donde brevemente participa en el colectivo México de socialistas residentes año  76, por aquel entonces un núcleo pequeño, con mucha autocritica y análisis descarnado,  según mi padre y chapa de por medio, pues el asunto de la desconfianza y seguridad primaba.

Ese año repito el curso, por el tema de quiebre familiar, y me veo en la obligación de buscar trabajo, y estudiar de noche, en un liceo fiscal. Un cambio total de ambiente, pero desde el primer año, me destacan como presidente de curso, al año siguiente 78, secretario del centro de alumnos, donde conozco más íntimamente el accionar de la gente de izquierda en el liceo, conspirativamente con profesores y algunos superiores, con los cuales hice gran amistad, y más tarde, nos adjudicamos fondos para dar refrigerios a los alumnos de la vespertina y solidarizar con herramientas de corte de vestuario a los rezagados, que no tenían dinero para comprar, pues había mucha cesantía en el país.

Así fue hasta el año ochenta en que egresé.  En ese tiempo los profesores con los cuales hice amistad, ya se mostraban abiertamente críticos al régimen, lo digo porque después de clases nos íbamos a un restaurant cerca a compartir un trago y comentar, la reforma educacional de la época y otras cosas, que tenía que ver con la democracia, que aunque parezca paradojal, a seis o siete años de haberla perdido, había muchos alumnos, que no conocían el sistema democrático, a pesar de algunos de  estar por sobre los veinte años, me quedo con la sensación que educación cívica se hizo muy poco, durante el periodo democrático, yo por lo menos no conocí donde estudiaba nada afín, lo mismo que la educación sexual, todo un tabú.

Antes de los ochenta asisto a la convocatoria de E. Frei en el Caupolicán, pues mi liceo estaba cerca y con varios compañeros, casi toda la vespertina, nos manifestamos abiertamente y hacemos correr a los pacos, lo que nos empujó a hablar con soltura en contra de la tiranía, lo hacíamos en el patio del liceo o afuera en una plaza cercana después de clases, solo a eso atine durante esos años, ya que estudiaba y trabajaba, todo muy agotador. Entre tanto los profes, nos preparaban en las convivencias de bares o recreos con elementos políticos y cuestiones de ética, solo logre identificar a los que se definían de radicales, el resto mantenía el secretismo. La conclusión que rescato  de estos episodios, es que necesariamente para poder avanzar, tienen que concretarse hechos de fuerza y de intervenciones, que hagan posible nuevos umbrales. Hechos como el Caupolicanazo demandando nueva constitución, es el germen de lo que será después las protestas del movimiento social.

En el año ochenta, junto a un amigo del barrio,  José Luis, conocido desde la adolescencia, emprendemos una campaña de agitación, sea con rayados murales con brochas y pegatina de afiches y papelógrafos, hechos por nosotros mismos, por las noches en un dormitorio o en el día cuando estábamos solos, esto por no preocupar a nuestras familias, y todo el material era camuflado, para salir después de las 10 de la noche, ya con más confianza y participando en una parroquia cercana, nos hacemos de propaganda sindical y derechos humanos, llegando incluso a subirnos a las micros y tirar a los pasajeros los panfletos, lo que alejó a unos pocos que eventualmente nos acompañaban (humanistas e izquierda cristiana, vecinos nuestros) pues consideraban eso muy arriesgado, lo que años después detonó, dentro de la comuna, al coordinarnos en agrupamientos de izquierda con el MIR –PC-FPMR fuésemos cuestionados yo y mi compañero, tildándonos de aventureros y un riesgo a la seguridad del conjunto. Por mucho tiempo, nuestros rayados poblaron parte de la comuna, los lugares más visibles, y nos confundían con el MAPU Lautaro, y otras orgánicas anarquistas de la época, y éramos solo dos. Demás esta decir que éramos huérfanos de partidos.

En los fines del año 81, mediante un familiar soy cooptado al Partido Socialista fracción  J. Gutierrez, convenzo a mi amigo y queda constituido el núcleo, que más tarde se amplía a otras comunas de la zona norte, nuestro superior jerárquico es Sebastián Jans, alias el mormón, esto por la facha. Todo con los requisitos de la clandestinidad, chapas, compartimentación, tareas de estudio del socialismo y marxismo, vía folletos y libros prestados, y más tarde cursos presenciales en oficinas que nos acogían, como ser la de la abogada Pamela Pereira, y por cierto esta vez con disciplina y ajustándose a una línea política, que nos garantizaba un mínimo de respaldo a nuestra seguridad.

Mi compañero de aventuras por su carácter un poco desordenado, pronto deserto, pues era más de la acción, la agitación, poco adicto al estudio. Así me acoplo a un proceso muy rico de debates y estudios circulando por diferentes comunas, y encontrándome con sorpresa  a amigos antiguos, que ni pensaba estaban en eso, entre ellos nuevamente a Gustavo Conde, pero esta vez no me reconoció, pues había sido torturado y le provocó la pérdida de la memoria y toda la frescura anterior, es lo que me contó un amigo cercano a él, esto fue en la zona sur de Santiago, después divise a Gustavo en actos partidarios sin poder conversar y saber de su estado, un tipo brillante.

Hechos que marcan aquellos tiempos: En una ocasión me toca participar de una asamblea PS de la zona norte, y todos arriba de un bus, de un compañero a los que fuimos recogiendo comuna por comuna, durante todo un día, la cobertura era que somos un grupo evangélico, para lo cual llevamos guitarra y biblias, al llegar a un cerro por la tarde, por A. Vespucio, junto desde luego con J. Gutiérrez, nos demoramos más en bajar de la micro que en subirnos, porque los zancudos, cual CNI nos atacan, era toda una nube, y debemos hacer el acto arriba del bus, con filmaciones que se mandaban fuera de Chile, y donde posteriormente recibo algunos retos y como tarea “aprenderme la marsellesa” eso fue bochornoso, pues yo era dirigente de un departamento juvenil  del PS (unión de organizaciones juveniles) esta iniciativa del mormón no prospero, puesto que se requería que también los hijos de militantes y dirigentes aportaran gente y recursos, lo que no sucedió.

A mi modo de ver la gestión de Jans, fue dinámica, empática, se creó lazos de confianza y por parte de él, por su nivel teórico, se nos dio muchas explicaciones ante nuestras interrogantes, eso fue hasta que lo suben a la dirección política y debemos cambiar de jefe, lo que implico otro trato, aun así con esta nueva estructura, fuimos capaces de crear una olla común en Pudahuel, con la presencia de una compañera excelente dirigenta, quien condujo ese tema de forma formidable, la compañera Lucia,  y la ayuda de su esposo, durante un par de años dieron de comer aproximadamente 200 personas, donde nosotros aportábamos, los vehículos, los contactos en la Vega, los recursos para las peñas solidarias y los discursos políticos, también temas de salud.

Por aquel tiempo por mi cercanía con Johnny Carrasco, a quien conocía desde las peñas solidarias, y posteriormente en la Vicaría pastoral obrera, donde curse un seminario  de organización poblacional, creo fue el año 83('?)  se convoca a una asamblea de unidad socialista, participan varios sectores, Mandujano, Gutiérrez, La Chispa, y otros que nunca supe quiénes eran, esto debido a la poca preparación que tenia de la historia del P.S., y se me asigna la tarea de conseguir local en la zona poniente, lo cual consigo por medio de Johnny, quien facilita la Parroquia San Luis Bertrán, lleno total del salón, me toca dar la bienvenida a los compañeros, muchos podrán corroborar esto, pero yo estaba en pañales, para esa envergadura de tareas, me sentía muy improvisado, y los objetivos que se plantean son muy diversos, desde la insurrección hasta la política de masas, y luego supe que así como se  unían dos después de  eso se dividían en tres, algo desesperante y que me hacía flaquear por mi parte, quede sin muchas respuestas por parte de este nuevo jerárquico, y algunas prácticas de hacer política, que yo rechace , como los hechos de ser parte de la seguridad, sin tener preparación en el manejo de armas, que se me pasaron, seguridad en casas donde se realizan reuniones de fracciones,  y algunas cosas más graves  que no las voy a mencionar que coinciden con el alejamiento del partido de otros compañeros de núcleo antiguo, con los cuales más adelante nos integramos a la Organización Combate, pues la fuente escrita que era objeto de estudio llevaba ese nombre, estaba asociada al trotskismo, y la experiencia allí fue riquísima, sesudos análisis, disciplina militar, creación de centros culturales y frente de masas con obligación de ocupar puestos relevantes en todos los frentes, nuestro objeto de estudio era toda América latina y norte América, teníamos claro que las fronteras eran las creaciones artificiales para separar a los pueblos, por ello muchos sabíamos más de otros países que del nuestro y nuestro aporte consistía en crecer orgánicamente y aportar elementos de la cultura popular, el folklor, la poesía y la educación política, como instrumento de emancipación, ello nos facilitaba comandar propuestas de agitación y ser escuchados en las coordinaciones de izquierda, eso no impidió que muchos de los nuestros, sin poder impedirlo emigraran tanto al MIR, o al F.P.M.R.

Desde luego había otros frentes en donde se tenía presencia, pero narro solo mi caso. Había dado la P.A.A. Y elegí arte en la U. Católica Santiago, El Comendador, media beca, participo de Codeju, como delegado por mi curso, y conozco a una estudiante de filosofía  del campus de letras de la misma universidad,  también delegada, que entre otras cosas cantaba como los ángeles, Marisol es su nombre, una perspectiva política revolucionaria muy lucida, y provenía de una familia muy pudiente, pues conocí su entorno, era del grupo privilegiado, no obstante era portadora también de algunos prejuicios, que después comprobé, y ante mi insegura personalidad deje pasar sin cuestionar ni reprochar, de lo cual me avergüenzo, y que consistió en segregar disimuladamente a simpatizantes de nuestras ideas y de los frentes donde dirigíamos, solo por su aspecto un tanto ordinario, y otros por leves taras en sus conductas, personas marginadas entre los propios marginados, aun eso está en mi conciencia, cuando diviso a estas gentes, pues siento haber traicionado a mi padre, quien me inculcó todo lo contrario, y ahora solo atino a saludarlos con mucho afecto y conversar con respeto con ellos, como parte de mi karma, lo que sé es que por parte de ninguno jamás fue intención de dañar al próximo, pero cuando las estructuras valóricas se te pegan como lapas, es difícil sacudirse de aquello. A esta niña la coopta un dirigente de nuestra orgánica, y ella con mucha rapidez, al año ya da clases de Marxismo y se destaca entre nosotros como una líder. Nuestra orgánica se desarrolla en el área metropolitana, y cambiamos de nombre, después de un proceso de debates, llegando a definirnos como una “corriente socialista de base”. 

 A mediados de ese año , debido a mi acción en el frente  cultural juvenil, lo cual desarrollamos en distintos  locales y casas  de mi comuna Lo Prado, un vecino de la UDI, me denuncia como agitador y de hacer reuniones clandestinas en mi casa,, por suerte  a esa fecha, ya había cambiado la rutina, y al sospechar que algo se tramaba, por confidencia de miembros del centro cultural, yo me había desecho de libros y documentos comprometedores, y otros los había disfrazado de novelas o escondidos detrás de un cuadro  o foto, aquel año dos veces fue allanada mi casa por la noche, sin encontrar nada que me incriminara, y me tuve que ausentar, por un periodo de seis meses de toda acción política, por seguridad del resto de la orgánica, quedo un recurso  de protección, impuesto por la pastoral obrera, y luego, tuvimos algunas leves provocaciones en un local  donde funcionamos,  lo que en vez de intimidarnos hizo que compañeros se radicalizaran aún más, saliendo a protestar, quienes menos pensaban que lo iban a hacer.

Ya estamos por el 85 y no vemos salidas insurrectas, que es a lo que habíamos apostados, y el juego de la deliberación, lo que hacíamos cara a cara, sin soberbia, respeto, comienza a tensionar nuestra dirección, y algunos por lazos de amistad, empatía mas que por reflexión, van adhiriendo a posiciones distintas, que se desglosan en mantener la autonomía del grupo y rechazar todo intento de alianzas de carácter frente amplio, mas no sea de clase y de ruptura total con el sistema, proponiendo como métodos de acción desobediencia civil y la otra parte, valorando los esfuerzos unitarios de lo que se llamó el bloque socialista.

 Ya estamos en el año 87, pues encontraba allí un espacio más natural a nuestro acervo práctico e ideológico, yo estaba en la segunda línea de mando, y mi ideal era continuar con la autonomía, dotarnos de rasgos más específicos de clase, pero la vida da tantas sorpresas, que mediante, un lio de faldas de un dirigente que compartía mis principios se desata una serie de contradicciones, que tienen que ver con principios, a los cuales les dábamos mucha importancia, rupturas de confianza, no dar la cara cuando fue requerido, aunque entendíamos que era tema de parejas, también eran dirección política, línea de mando y de simpatías transversales a lo que se discutía en ese momento. Eso detonó de manera precipitada la separación de la orgánica, yo me quedo, con lo que a mi juicio era lo menos malo, acompañar el proceso para irnos al bloque socialista, y cuento solo con el acuerdo de la mitad de mi núcleo, y donde se nos hace muy difícil después trabajar en el frente cultural, que era común, donde tratábamos de persuadirnos mutuamente, a todo esto las conversaciones con el Bloque, se habían orientado con más énfasis con el P.S. Renovado, pues ellos admitían, que no había bronca con las corrientes trotskistas, pues eran parte del “acerbo” ( esto con asperezas) del partido, quien dirigía a esta” corriente de base por el socialismo”, era el compañero Rodrigo Muñoz, quien más tarde nos integra al P.S. Nuñez, y a la corriente de Arrate.

Durante un tiempo, al interior del PS. Nos reuníamos para evaluar nuestra inserción en el partido y analizar el momento político, esto lo hacíamos como corriente por el socialismo, y al principio nos preguntamos muchas veces, si continuábamos en el partido o que otra cosa, la verdad fue un trauma llegar al Partido, era la opinión generalizada, la práctica política tan abismante a lo que hacíamos como grupo combate era significativa, y así fue como fuimos devorados por esta otra acción depredadora, en que mis ex compañeros combativos, se olvidaron de la revolución permanente y Trotski, mas no sea para citar algunas equivocaciones, y nuestro aporte por el excusado, francamente me dio vergüenza, y con el único compañero Marcelo que después seguí operando en política  en mi comuna, por el P.S. asumimos las tareas del comando por el NO, y posteriormente las elecciones presidenciales, y fuimos destacados, porque valientemente salimos a las calles a dar la cara, y a pedir permisos para los actos de la oposición a la intendencia, siempre con un poco de temor de por medio.

Mi conclusión es que de tanto esfuerzo, ganas, entrega, años de militancia para subvertir este orden, se tiren por la borda, y todo solo sea  salvar un barco que se hunde por la popa, haciendo contra peso en la proa, así ha de quedar a medio hundir, es como veo al Partido Socialista.