Jaime Suárez Bastidas
Allende: Visión de un Militante
“Chicharra” tenía un extraño y, tal vez, único
privilegio en la vida del partido. Era el militante que, sin ningún derecho estatutario
ni de ninguna clase, podía asistir a los más enclaustrados de nuestros plenos.
Estaba en el inventario del partido. Vivía en el local cuando así él lo quería.
Pertenecía a un tipo de personaje popular, difícilmente definible, que teniendo
su residencia en la población o en la pampa, en La Vega, en la micro o en una
feria callejera, escasamente sabía leer y escribir, pero que tenía un enorme
corazón de pueblo.
¿Cómo llegó el “Chicharra” al partido? Nadie lo tenía muy claro y todo se confundía
en contar con él, desde siempre y para siempre. Variadas historias le atribuían
manifestaciones increíbles de lealtad. Y, sin lugar a dudas, no eran todos
mitos. Que cuando don “Marma” llegó a una reunión del central, alguien le
preguntó la hora y Grove respondió que no tenía reloj. Lo escuchó “Chicharra” y
a la salida de la reunión del Comité Central, se habría acercado a donde Marmaduque y le
habría dicho: “… Elija,
camarada Grove…”, mostrándole tres o cuatro relojes pulseras “obtenidas”
rápidamente para el líder, que él no concebía sin reloj. En otra ocasión “Chicharra”
habría salvado, en incidentes callejeros, a Rómulo Betancourt, quien después
Presidente de Venezuela, lo invitó a Caracas.
“Chicharra” tenía una adhesión sin límites con
quien estuviera en la primera línea del partido. Ampuero, Salomón, Aniceto,
supieron de ese apoyo tan auténtico y generoso. Allende tenía un particular
afecto por el “Chicharra”. En medio de nuestras divisiones, parecía que
quedarse con el “Chicharra” era como quedarse con el timbre del partido.
En una ocasión Tulio Salinas –ese era el nombre de
nuestro camarada “Chicharra”- estaba presente en un pleno que se desarrollaba
en forma muy áspera. Después de una prolongada –latosa- intervención de un
compañero, habló Eduardo Osorio, polemista implacable, para replicar la
participación del orador anterior.
“Hemos escuchado –empezó diciendo Osorio- una pieza
extraordinaria … consistente, que ha impresionado mucha a los camaradas. Tanto
ha sido el impacto de sus argumentos que quien no le ha perdido palabra ¡es el
camarada “Chicharra” ….! El pleno se rio, pero “Chicharra” se retiró muy
enojado.
Amaba el partido. Su vida eran sus compañeros, sus
luchas, gozaba en la pelea del rayado nocturno, en la bronca con los
adversarios, anhelaba intensamente el socialismo para Chile.
Patio de los Naranjos |
El año setenta, cuando el pueblo entró a La Moneda,
eso no fue sólo una frase para “Chicharra”. El compañero presidente lo
incorporó al personal de Intendencia y sus funciones fueron circular por los
patios que circulaban calle Moneda con el Ministerio de Relaciones Exteriores,
que en aquella época era un verdadero paseo peatonal. Una mañana se acercó a
hablar conmigo. Estaba muy contento: en El Clarín le habían dedicado un
artículo. Creo que Enrique Gutiérrez Aicardi, antiguo camarada había comentado,
en hermosa nota humana, la participación que tenía “Chicharra” en el Patio de
los Naranjos.
De él, como de tantos otros, jamás volví a saber.
Sin embargo, su recuerdo es como una muchedumbre alegre, creciente e imbatible,
que no la solidifican los monumentos a los desconocidos.
Por el contrario, caminan y caminarán como
fantasmas recorriendo América latina. Y no cabe duda que llevaran nuestras
viejas banderas y nuestras raíces.
Orlando Millas en sus Memorias destaca a Tulio Salinas:
ResponderEliminar"Se había criado en el puerto de Valparaiso, aprendió en los bajos fondos todas las artes del hampa, nadie podía superarlo en ellas: pero cuando ingreso al PS se prometió y le prometió a su madre, por la que tenía una veneración impresionante, no volver a hacer algo que desprestigiara a su organización y lo cumplió escrupulosamente. Su honestidad se hizo proverbial... guardo como algo muy honroso cierta conversación sostenido con Chicharra en La Moneda (pag. 109, 110)