Fidelma Allende Miranda
Septiembre 2013
Antes
de empezar propiamente el relato quisiera recordar qué papel desempeñaba yo en
esa época.
Ese
mismo año en Marzo fui elegida diputado por Santiago y desde el Congreso de la CUT en elección directa (1971)
desempeñé el cargo de Secretaria de Relaciones Internacionales. Los días previos al golpe, se vivía una
situación muy tensa en todo el país y especialmente en Santiago. Sin embargo, el 4 de Septiembre (fecha en que
se realizaban históricamente las elecciones) se realizó una grandiosa marcha
por Alameda, hasta la Plaza
de La Constitución ,
donde estaba el escenario y donde el Presidente Allende fue el principal
orador. En esa marcha, participaron
alrededor de un millón de personas, fundamentalmente trabajadores y jóvenes.
Las
48 horas anteriores al golpe, seguían siendo de mucha tensión, como dije
anteriormente, de gran incertidumbre entre las fuerzas que apoyaban al
Presidente. Había rumores de golpe
divulgados masivamente y gran incertidumbre, pues no se vislumbraba por grandes
sectores de la población (trabajadores, sindicatos, organizaciones sociales e
incluso bases militantes del Partido Socialista), ¿cómo podíamos defender al
gobierno, las conquistas logradas por el pueblo y tratar de debilitar y
aniquilar a las fuerzas opositoras (la derecha golpista, empresas afectadas por
las estatizaciones) y por sobretodo la posición de EE.UU., contra el gobierno?
El
domingo 9 de septiembre de 1973 el Partido Socialista realizó una gran
concentración en el Estadio Chile (hoy Estadio Víctor Jara) donde el principal
orador fue Carlos Altamirano, Secretario General del Partido a la época. Allí se expresó una gran efervescencia y
deseo de poder resistir el golpe. Pero
eso era sólo en el discurso. Como
dirigente de la CUT ,
estaba muy cerca de las organizaciones de trabajadores y sabía que la CUT no contaba con elementos
para responder a un gran ejército tan bien pertrechado como el chileno y además
con tanto odio como se había generado azuzado por los sectores más
reaccionarios de la derecha chilena.
Volviendo al domingo
9 de septiembre, mientras se realizaba la concentración del Partido Socialista
en Santiago, yo viajé a Valparaíso y Viña del Mar para cumplir una tarea
especial. Estas dos ciudades parecían
lugares sitiados por la
Marina. Destacamentos de la Armada controlaban todos los puntos más
importantes de la ciudad, el comercio estaba cerrado y no me fue posible
cumplir mi objetivo que era conversar con los dirigentes de los partidos de la UP , especialmente el Partido
Socialista, pues no estaban ubicables y el local del Partido estaba
cerrado. Con esa visión regresé a
Santiago, con la convicción de que el golpe había empezado. Incluso ya en Santiago, la tarde del Domingo,
mi auto fue controlado por los militares.
La revisión no fue completa, pues yo presenté mi credencial de Diputado.
El Lunes 10 fue un día de reuniones tanto sindicales, como políticas. Al
mediodía, dos dirigentes CUT, nos trasladamos a la sede principal del PS, en
calle San Martín para requerir información e instrucciones respecto a la
situación. El compañero Hernán del Canto
(QEPD) de la Dirección Política
del Partido Socialista, nos informó que siempre estaba latente el peligro del
golpe y que debiéramos mantener las
medidas de alerta, pero que el Presidente llamaría el martes (probablemente) a
Plebiscito para definir la situación y evitar el golpe.
Ya sabemos lo que ocurrió. Ese mismo lunes, la Dirección de la CUT tuvo una reunión con el
Presidente, el resto de los dirigentes permanecimos en la Sede Central de la CUT , en calle Cienfuegos. Debíamos esperar información sobre la reunión
para divulgar o entregar instrucciones a todo el país. Eso no ocurrió, pero alrededor de las 19
horas llegó a ese local, un amigo de Luis Figueroa (Presidente de la CUT en 1973) quien dijo tener
urgencia de verlo. Como no sabíamos
donde ubicarlo, este amigo (ex militar) nos informó rápidamente para hacerle
llegar a Carlos Altamirano y dirigentes políticos y sindicales. El había constatado personalmente que las
Fuerzas Armadas estaban acuarteladas desde las 5 de la tarde, acuartelamiento
total. Que aviones Hawker Hunter habían
despegado desde Tobalaba con rumbo al norte, aparentemente. El golpe militar se daría en la madrugada,
que estaba todo preparado y que por tanto era urgente alertar a los partidos y
a la CUT. La información me pareció
veraz y fuimos de inmediato a San Martín, allí sólo se encontraba el compañero
Luis Urtubia, a cargo del télex del Partido.
El era un militante ejemplar, entregado totalmente a la causa y estaba
cumpliendo su responsabilidad, pero no tenía mayor información. Solo pude conversar brevemente con Rolando
Calderón (Secretario General de la
CUT ) y miembro de la Dirección del Partido, a quien entregué la
información y que se encontraría más tarde con la Dirección de la
UP.
Última alocución de Salvador Allende en "Radio Magallanes".
Santiago de Chile, 11 Septiembre 1973Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes, sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza, de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Sentí
la derrota, la congoja, la pena espantosa y aterrada por lo que ocurriría con
miles de compañeros. Pronto empezó el
bombardeo a La Moneda ,
los Hawker Hunter pasaban por nuestras cabezas y casi todo el bombardeo lo viví
desde ese sector de Las Torres de San Borja.
Creo que alrededor de las 12:30 o 12:45, logramos salir del sector,
después de múltiples intentos en que el chofer se bajaba y me gritaba que nos
iban a matar. Logramos salir totalmente
contra el tráfico, dimos vuelta por el Cerro Blanco y llegamos al Barrio
Recoleta, donde supuestamente había una casa de seguridad. Esa no era tal, las dueñas de la casa me
pidieron que me fuera, de modo que recorrimos Recoleta, que conocía muy
bien. Los compañeros estaban en la calle
y me pedían armas para defender y defenderse.
Fue casi imposible explicar lo inexplicable, que no teníamos armas y que
el golpe era seco, total y que no podíamos resistir. Al final escucharon mis opiniones: que se
organizaran en grupos pequeños, que se mantuvieran contactados, que reunieran
dinero, alimentos y establecieran una red de ayuda. A ellos mi homenaje, mi
recuerdo, ellos mantuvieron su estructura política por muchos años y pudieron
en la medida de sus fuerzas resistir y sobre todo permanecer – sobrevivir-.
Posteriormente
me dirigí a la casa de mi amigo y compañero Boris Vildósola, que vivía en el
barrio –y que aún mantenía un mural de mi campaña-. Se trataba de resguardar a los niños pequeños
(tres) y a su compañera. Ellos
abandonaron la casa, pues seguramente iba a ser allanada. Logré también contactar a compañeros de la Universidad Técnica
–donde estaba Boris- para que abandonaran la Técnica , algunos escucharon, pero los jóvenes se
quedaron, sabemos lo que ocurrió con ellos y con la Universidad. La casa de Boris fue
ametrallada y allanada la misma noche del 11.
Eran momentos de enorme inseguridad, estábamos abandonados a nuestra
suerte y tratamos de ser, a pesar de la amargura, lo mas racional posible para
salvar la vida.
Busqué
refugio en el barrio –se había anunciado toque de queda para las 3 de la
tarde-. Solo transmitían las radios
controladas por los militares. Los focos
de resistencia fueron pocos. Esa noche
yo logré refugiarme en la casa de un amigo árabe, dueño de una tienda de
Patronato. Allí pasé el toque largo,
allí escuché una radio de EE.UU. que informó de la muerte de Salvador
Allende. La radio informó que el
Presidente había sido asesinado por el General Palacios. Yo abandoné esa casa, pues el Bando Militar, en la noche del 11
había dado mi nombre entre los más buscados. El resto del cuento es otra
historia.
Compañeras
y compañeros, yo he querido hacer este relato, especialmente para la juventud y
los nuevos militantes. El Partido
Socialista al 73 era una organización sólida, con estructura nacional, sedes
políticas de Arica a Punta Arenas, con inserción en todos los ámbitos sociales
(sindicatos, juntas de vecinos, centros de madres, asociaciones de empleados,
asentamientos campesinos, etc.), y con principios muy claros respecto a los
cambios de la sociedad. Hoy necesitamos que el Partido recupere ese quehacer,
la participación en todas las organizaciones sociales y sobre todo que ponga en
práctica los principios básicos del Socialismo.
Con satisfacción vemos hoy que los jóvenes de nuestro Partido y del
país, como dijera el compañero Presidente en sus últimas palabras, están
abriendo las amplias Alamedas.
¡Viva
el Partido Socialista!