Pedro
Sepúlveda Alarcón
Colbún,
Enero de 2012.
Ayer
14 de Enero de 2012 le vi con vida en su casa, creí que probablemente sería la
última vez, al despedirme le di un beso
en la frente y oculté mis lágrimas para que él y nadie las viera. Después, ya
solo y en la calle, no pude contener el llanto. Lloré a Gaete y aún lo lloro.
Aparte
de decirle cuánto le quería no atiné a comunicarle nada más. Sus manos y mis
manos entrelazadas parece que se dijeron
todo lo que realmente importaba. Nunca me olvidaré de esas manos tiernas y de
esa mirada puesta en el horizonte. Sentí que, inexorablemente, la flor se
marchitaba.
La
defensa de los valores fundamentales de la Justicia, de la Libertad y en
particular de los Derechos Humanos fue el norte que guió sus compromisos fundamentales
durante toda una vida. Esos valores los
identificaba con la opción de un socialismo libertario que él propiciaba. Su
desbordante optimismo le hacía, al parecer, albergar la idea que la primavera
verde de los años 60 podía ser eterna, o, al menos podía resurgir de nuevo bajo
otros auspicios, en otros tiempos. Por eso siempre se empeñó en guardar la memoria de una experiencia que marcó su
vida. En la construcción de esa memoria, siempre quiso que nadie fuese
excluido.
Sabemos
que Pedro tuvo otros compromisos militantes en el transcurso de su vida, dentro
del universo de la izquierda y la centro-izquierda. Aquí se resaltan los que por
circunstancias históricas, probablemente,
lo hayan llevado a vivirlas con mayor intensidad. En
ese contexto, si pudiéramos hablar de amores, en la esfera de lo político: el
MAPU fue uno de sus amores, probablemente su primer amor. Bajo ese alero participó activamente en
el triunfo de la Unidad Popular y posteriormente desplegó una intensa actividad
política y profesional durante el gobierno de la UP. En esos años apoyando al
gobierno popular y participando en la construcción y en la
dirección del MAPU se fue templando el carácter, el espíritu reflexivo y
crítico de Gaete.
Sin
duda, su trayectoria política y social fue un fiel reflejo de los ideales que
abrazó desde su juventud. De esa manera él sí fue un referente significativo
para esa inmensa mayoría de sus camaradas
que, en todo Chile, han decidido honrar sus compromisos esenciales. Gaete, con:
su ejemplo, dignificó esa acción política
de muchas y de muchos. Así era Pedro. Vino
la noche negra de la dictadura y ese
compromiso primordial se transformó en una de las formas posibles de resistencia: la resistencia social y
cultural. Y ahí estuvo Pedro Gaete. La Casona de San Isidro, con distintos
domicilios, se erigió en uno de los más
connotados centros culturales de resistencia a la dictadura.
En
ese espacio, el poema, el canto, la tertulia y el diálogo se transformaron en armas para permanecer comunicados, activos
y solidarios. Ese fue probablemente el
segundo de los amores político-culturales de nuestro querido amigo Pedro. Su
Casona, nuestra casa, la Casona de toda
la familia cultural resistente, también anhelaba
que tuviera un lugar en la historia de
la Resistencia. Historia compartida con
muchas y con muchos de nosotros: en
Chile y en el Exilio. El brillante y emotivo encuentro cultural organizado en
su honor por los compañeros del Memorial y por los artistas de la Casona, en el
Teatro Municipal de Ñuñoa, este 26 de Enero, fue la expresión de la huella indeleble, dejada
por la Casona. Así era Pedro. En
la defensa de los Derechos Humanos, durante la Dictadura, nuestro amigo Pedro, auspiciado por don Clotario
Blest y con escasos medios,
realizó una labor admirable. Sabemos que Pedro se las jugó. Hubo casos que su sola presencia y su palabra lograron aliviar situaciones complicadas. En su antigua
renoleta surcó largos caminos llevando aliento y esperanza a compañeras y
compañeros, presos y perseguidos de entonces. Acompañó a Lonquén a don Clotario
en esa memorable marcha que estremeció a Chile y al mundo. Así era Pedro, audaz y atrevido, cuando
correspondía.
Además
de esos atributos, nuestro querido amigo, concibió el concepto de solidaridad como una cuestión personal y
no sólo como una entelequia conceptual. Por
eso Pedro, se preocupó personalmente de asistir a don Clotario Blest
en los últimos solitarios meses de su vida. Así era Pedro.
Por
eso también acompañó a don Clodomiro
Almeyda en las semanas antes de morir. Así era Pedro.
Sentía
tan intensamente, su relación con los que compartíamos su cariño por la
verde primavera, que viajó a Estocolmo a
sepultar a Kalki Glauser. Fue a
acompañarlo en sus últimos días y a
sepultarlo a nombre del MAPU. A varios nos conmovió
recibirlo en Bruselas en ese viaje a Suecia. Así era Pedro.
Varias
otras actitudes de la misma índole podrían relatarse: todas muestran su
especial sensibilidad frente al dolor humano. Así era Pedro.
La
noche del No lo llamamos desde una Radio Libre de Bruselas: desde la Casona el
fuerte vozarrón de Pedro le informó a los miles de compatriotas chilenas y chilenos
exiliados, que el NO había ganado, que Santiago celebraba temeroso, en
silencio, que era una gran victoria, que la Patria comenzaba a renacer. Así era
Pedro.
Finalmente,
un último y personal episodio: después
de la cárcel y saliendo al exilio fui a
parar a la casa de mi amigo Gaete quien, a la sazón, vivía a 100 metros de los
tiras en Santiago en General Mackena… Ahí pernocté en medio de maquinitas que
Pamela manejaba silenciosamente con particular eficacia, reproduciendo material
de distinto calibre. Al día siguiente, yendo al
aeropuerto partiendo hacia Bélgica, Pedro me dijo que era necesario
llevar al exterior la última versión miniaturizada del periódico
clandestino “Venceremos”. Más que una
petición, fue una orden. Me instruyó que lo escondiera en la planta de los
pies. Así se hizo y el mensaje de Pedro
llegó a Bruselas y después se esparció por toda la red europea. Así era Pedro…
Razón
tuvo el visionario Redolés al pronosticar y denunciar, hace algunos años, al
cerrarse involuntariamente la Casona, que algo extraño estaba ocurriendo en las
cúpulas políticas de la época que, al no apoyar esa experiencia, estaban sepultándola
y por esa vía marchitando lo que él
identificaba, como el espíritu de Gaete.
Al poeta lo incitaba ese espíritu, lo asimilaba al espíritu de la Resistencia
cultural que él también había animado desde la Casona. Él tampoco quería que ese
espacio se apagara.
A
partir de ahí, el cantautor disquisicionó sobre las causas y sobre los
responsables del cierre de la Casona que él denunció, a su manera. Con talento
e ironía preguntó cantando: ¿quién mató a Gaete? Por eso en la noche solidaria del teatro municipal de Ñuñoa, el canto de
Redolés, estremeció a la concurrencia: la Casona revivió, por un rato esa
noche, junto con Gaete.
Afortunadamente
el espíritu de Gaete no había muerto, sólo estaba adormecido, sobrevivió en el
inconsciente colectivo. Fue así como, sin que nadie lo previera, en un después
que es hoy, otros hombres y otras mujeres le dieron vigor y contenido a las banderas que nuestro
amigo nunca arrió.
Pedro
presintió que el formidable movimiento juvenil y ciudadano que en los últimos
meses ha estremecido y aún estremece los cimientos de nuestra sociedad, era también
heredero de las reivindicaciones y esperanzas que le dieron sustento a su
acción política, social y cultural. Sintió que su espíritu y sus esperanzas ahí
estaban presentes. Así era Pedro: siempre
presto para enarbolar las mejores causas y para acometer cualquier
desafío.
Todo
esto es parte del hermoso legado y desafío que nos dejó. Durante toda su vida
se esforzó para forjar su carácter, pero fueron sus actividades en los años 60’
y los 17 años de resistencia los que afianzaron el carácter y el espíritu del
Pedro que ahora saludamos con pañuelos blancos y con claveles rojos. Como roja
era la estrella de esa bandera que él nunca olvidó.
A
Pamela, su abnegada y vital compañera, a
su hija Paula, que lo cuidaron con ejemplar esmero, a su hijo y a toda su familia los reconfortamos y acompañamos en medio de
la tristeza que los embarga y les agradecemos que nos hayan participado de la vigilia de sus
últimos días.
Que
el espíritu y la voz de Miguel Hernández
el poeta, nos acompañen para despedirlo:
¡Hasta
siempre Amigo… Compañero del alma… Compañero...!
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