jueves, 7 de marzo de 2013

Así era Pedro: Adiós amigo y compañero.

Pedro Sepúlveda Alarcón
Colbún, Enero de 2012.

Ayer 14 de Enero de 2012 le vi con vida en su casa, creí que probablemente sería la última vez,  al despedirme le di un beso en la frente y  oculté mis lágrimas  para que él y nadie las viera. Después, ya solo y en la calle, no pude contener el llanto. Lloré a Gaete y aún lo lloro.

Aparte de decirle cuánto le quería no atiné a comunicarle nada más. Sus manos y mis manos entrelazadas  parece que se dijeron todo lo que realmente importaba. Nunca me olvidaré de esas manos tiernas y de esa mirada puesta en el horizonte. Sentí que, inexorablemente, la flor se marchitaba.

La defensa de los valores fundamentales de la Justicia, de la Libertad y en particular de los Derechos Humanos fue el norte que guió sus compromisos fundamentales durante toda una vida.  Esos valores los identificaba con la opción de un socialismo libertario que él propiciaba. Su desbordante optimismo le hacía, al parecer, albergar la idea que la primavera verde de los años 60 podía ser eterna, o, al menos podía resurgir de nuevo bajo otros auspicios, en otros tiempos. Por eso siempre se empeñó en guardar  la memoria de una experiencia que marcó su vida. En la construcción de esa memoria, siempre quiso que nadie fuese excluido.

Sabemos que Pedro tuvo otros compromisos militantes en el transcurso de su vida, dentro del universo de la izquierda y la centro-izquierda. Aquí se resaltan los que por circunstancias  históricas, probablemente, lo hayan llevado a vivirlas con mayor intensidad.  En ese contexto, si pudiéramos hablar de amores, en la esfera de lo político: el MAPU fue uno de sus amores, probablemente su primer  amor. Bajo ese alero participó activamente en el triunfo de la Unidad Popular y posteriormente desplegó una intensa actividad política y profesional durante el gobierno de la UP. En esos años apoyando al gobierno popular   y participando en la construcción y en la dirección del MAPU se fue templando el carácter, el espíritu reflexivo y crítico de  Gaete. 

Sin duda, su trayectoria política y social fue un fiel reflejo de los ideales que abrazó desde su juventud. De esa manera él sí fue un referente significativo para  esa inmensa mayoría de sus camaradas que, en todo Chile, han decidido honrar sus compromisos esenciales. Gaete, con: su ejemplo, dignificó esa acción política  de muchas y de muchos. Así era Pedro. Vino la noche negra de la dictadura y ese  compromiso primordial se transformó en una de las formas posibles  de resistencia: la resistencia social y cultural. Y ahí estuvo Pedro Gaete. La Casona de San Isidro, con distintos domicilios,  se erigió en uno de los más connotados centros culturales de resistencia a la dictadura.

En ese espacio, el poema, el canto, la tertulia y el diálogo se transformaron  en armas para permanecer comunicados, activos y solidarios. Ese fue  probablemente el segundo de los amores político-culturales de nuestro querido amigo Pedro. Su Casona, nuestra casa,  la Casona de toda la familia cultural resistente, también  anhelaba que tuviera un lugar  en la historia de la Resistencia. Historia compartida  con muchas y con muchos  de nosotros: en Chile y en el Exilio. El brillante y emotivo encuentro cultural organizado en su honor por los compañeros del Memorial y por los artistas de la Casona, en el Teatro Municipal de Ñuñoa,   este 26 de Enero, fue  la expresión de la huella indeleble, dejada por la Casona. Así era Pedro. En la defensa de los Derechos Humanos, durante la Dictadura,  nuestro amigo Pedro, auspiciado por don  Clotario  Blest  y con escasos medios, realizó una labor admirable. Sabemos que Pedro se las jugó.  Hubo casos que  su sola presencia y su palabra lograron  aliviar situaciones complicadas. En su antigua renoleta surcó largos caminos llevando aliento y esperanza a compañeras y compañeros, presos y perseguidos de entonces. Acompañó a Lonquén a don Clotario en esa memorable marcha que estremeció a Chile y al mundo.  Así era Pedro, audaz y atrevido, cuando correspondía.

Además de esos atributos, nuestro querido amigo, concibió el concepto  de solidaridad como una cuestión personal y no sólo como una entelequia conceptual. Por eso Pedro, se preocupó personalmente de asistir a don Clotario  Blest  en los últimos solitarios meses de su vida. Así era Pedro. 

Por eso también  acompañó a don Clodomiro Almeyda en las semanas antes de morir. Así era Pedro.

Sentía tan intensamente,  su relación  con los que compartíamos su cariño por la verde primavera, que viajó a Estocolmo  a sepultar a Kalki Glauser.  Fue a acompañarlo en sus últimos días  y a sepultarlo a nombre del MAPU. A varios nos  conmovió  recibirlo en Bruselas en ese viaje a Suecia. Así era Pedro.
Varias otras actitudes de la misma índole podrían relatarse: todas muestran su especial sensibilidad frente al dolor humano. Así era Pedro.

La noche del No lo llamamos desde una Radio Libre de Bruselas: desde la Casona el fuerte vozarrón de Pedro le informó a los miles de compatriotas chilenas y chilenos exiliados, que el NO había ganado, que Santiago celebraba temeroso, en silencio, que era una gran victoria, que la Patria comenzaba a renacer. Así era Pedro.  

Finalmente, un  último y personal episodio: después de la cárcel  y saliendo al exilio fui a parar a la casa de mi amigo Gaete quien, a la sazón, vivía a 100 metros de los tiras en Santiago en General Mackena… Ahí pernocté en medio de maquinitas que Pamela manejaba silenciosamente con particular eficacia, reproduciendo material de distinto calibre. Al día siguiente, yendo al  aeropuerto partiendo hacia Bélgica, Pedro me dijo que era necesario llevar al exterior la última versión miniaturizada del periódico clandestino  “Venceremos”. Más que una petición, fue una orden. Me instruyó que lo escondiera en la planta de los pies.  Así se hizo y el mensaje de Pedro llegó a Bruselas y después se esparció por  toda la red europea. Así era  Pedro… 

Razón tuvo el visionario Redolés al pronosticar y denunciar, hace algunos años, al cerrarse involuntariamente la Casona, que algo extraño estaba ocurriendo en las cúpulas políticas de la época que, al no apoyar esa experiencia, estaban sepultándola y por esa vía marchitando  lo que él identificaba, como  el espíritu de Gaete. Al poeta lo incitaba ese espíritu, lo asimilaba al espíritu de la Resistencia cultural que él también había animado desde la Casona. Él tampoco quería que ese espacio se apagara.

A partir de ahí, el cantautor disquisicionó sobre las causas y sobre los responsables del cierre de la Casona que él denunció, a su manera. Con talento e ironía preguntó cantando: ¿quién mató a Gaete?  Por eso en la noche solidaria  del teatro municipal de Ñuñoa, el canto de Redolés, estremeció a la concurrencia: la Casona revivió, por un rato esa noche, junto con Gaete.

Afortunadamente el espíritu de Gaete no había muerto, sólo estaba adormecido, sobrevivió en el inconsciente colectivo. Fue así como, sin que nadie lo previera, en un después que es hoy, otros hombres y otras mujeres le dieron  vigor y contenido a las banderas que nuestro amigo nunca arrió.

Pedro presintió que el formidable movimiento juvenil y ciudadano que en los últimos meses ha estremecido y aún estremece los cimientos de nuestra sociedad, era también heredero de las reivindicaciones y esperanzas que le dieron sustento a su acción política, social y cultural. Sintió que su espíritu y sus esperanzas ahí estaban presentes. Así era Pedro: siempre  presto para enarbolar las mejores causas y para acometer cualquier desafío.

Todo esto es parte del hermoso legado y desafío que nos dejó. Durante toda su vida se esforzó para forjar su carácter, pero fueron sus actividades en los años 60’ y los 17 años de resistencia los que afianzaron el carácter y el espíritu del Pedro que ahora saludamos con pañuelos blancos y con claveles rojos. Como roja era la estrella de esa  bandera  que él nunca olvidó.

A Pamela, su abnegada y vital compañera,  a su hija Paula, que lo cuidaron con ejemplar esmero,  a su hijo y a toda su familia  los reconfortamos y acompañamos en medio de la  tristeza que los  embarga y les agradecemos  que nos hayan participado de la vigilia de sus últimos días.

Que el espíritu y la voz de  Miguel Hernández el poeta,  nos acompañen para despedirlo:

¡Hasta siempre Amigo… Compañero del alma… Compañero...!

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